Por qué merece la pena ser visitado:
Resaltan sus extraordinarios valores paisajísticos, también la excepcional belleza de los ambientes del litoral que contrastan con los parajes interiores. Se trata de un espacio natural de primer orden, dotado de una configuración geológica singular, con estructuras y afloramientos que forman un conjunto único a nivel mundial. Además, es el primer parque natural marítimo-terrestre de Catalunya.
La Vegetación.
La actividad humana y los peculiares factores climáticos del Cabo de Creus condicionan su cubierta vegetal. Por un lado es necesario tener presente que buena parte del terreno no es más que una viña inmensa abandonada, asentada sobre bancales sostenidos por muros de piedra y, por otro lado, que la utilización del espacio para pastoreo ha ocasionado repetidos incendios que han marcado el paisaje.
Además, la frecuencia y la persistencia de viento fuerte, sobre todo de tramontana, que seca el ambiente y aporta salinidad a las plantas y al suelo, condiciona una peculiar vegetación que se adapta a su entorno. Las especies arbóreas no ocupan mucha extensión; las más frecuentes son el pino carrasco (Pinus halepensis) y el alcornoque (Quercus suber). De manera muy puntual, en algunos arroyos nos encontramos con el olmo (Ulmus minor), el fresno (Fraxinus angustifolia), el aliso (Alnus glutinosa), el avellano (Corylus avellana) o los sauces (Salix sp.).
En los lugares más umbríos y abrigados aparecen la encina (Quercus ilex) y el roble pubescente (Quercus humilis). Los arbustos y la maleza ocupan la mayor parte de la superficie, y las especies más frecuentes son el almácigo (Pistacia lentiscus), el enebro (Juniperus oxycedrus), el brezo blanco y de escobas (Erica arborea y E. scoparia), la estepa negra, la borrera y la fina (Cistus monspeliensis, C. salviifolius y C. albidus), además de la aulaga negra (Calicotome spinosa).
En la zona litoral encontramos las plantas más adaptadas al viento y a la salinidad. Sin duda constituyen la vegetación más interesante del parque sin réplica en lugar alguno del litoral catalán. Las especies más características son la armeria (Armeria ruscinonensis), la espantazorras (Limonium tremolsii) y, sobre todo, Seseli farreny, auténtica joya botánica que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo.
Todas ellas disfrutan de protección. En el fondo marino destacan los fanerógamos acuáticos, todos ellos protegidos y que forman extensas praderas en los fondos arenosos o fangosos. Son la posidonia o alga de vidrieros (Posidonia oceanica), la seba (Cymodocea nodosa) y Zostera sp.
Otras plantas que por su rareza están especialmente protegidas en el Parque de Cabo de Creus son los musgos Oedipodiella australis var. catalaunica y Entosthodon durieui var. mustaphae; el helecho (Cosentinia vellea); el titímalo árbol (Euphorbia dendroides), el olivillo (Cneorum tricoccon) y el astrágalo blanco o el «asiento de monja».
Fauna. De la fauna terrestre invertebrada del Parque destacan tres especies que han sido protegidas por su interés. Son el coleóptero Pseudochlamys raholai, el heteróptero Campylosteia serena y, sobre todo, el caracol Mastigophallus rangianus, especie endémica del Cabo de Creus.
Las poblaciones de anfibios están muy bien representadas con poblaciones de casi todas las especies presentes en el país, desde la ranita meridional (Hyla meridionalis) al sapo común (Bufo bufo). Es interesante también la presencia, aunque escasa, de la tortuga mediterránea (Testudo hermanni) y la del galápago leproso (Mauremys leprosa). Otros reptiles más frecuentes son el lagarto común (Lacerta lepida) o la salamanquesa común (Tarentola mauritanica).
Las aves son, sin embargo, lo más destacado de la fauna vertebrada terrestre. Por las características geográficas y botánicas ya mencionadas, el Cabo de Creus es un lugar privilegiado en lo que se refiere a la observación de aves, especialmente en primavera y otoño cuando se producen los movimientos migratorios.
En los acantilados podemos observar el águila perdicera (Hieraaetus fasciatus), el halcón peregrino (Falco peregrinus) o el búho real (Bubo bubo). De aves propiamente marinas encontramos diversas especies de gaviotas, el cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis), las pardelas (Puffinus sp.), los charranes (Sterna sp.) o el alcatraz atlántico (Sula bassana).
El fondo marino es muy rico, gracias a la poca contaminación de las aguas.
La presencia de coral rojo (Corallium rubrum) y de gorgonias (Paramuricea sp.) es remarcable. El bogavante americano (Homarus americanus) y la langosta (Palinurus elephas) hacen compañía a una gran variedad de peces entre los que destacan el sargo (Diplodus sargus), la oblada (Oblada melanura), la salema (Sarpa salpa), el cabracho (Scorpaena scrofa) y el mero (Epinephelus guaza).
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