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Nick: HELIOGOBALO

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 WINDHOEK

 Escribe el relato: julio

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Lo bueno de llegar a una ciudad de la que no tienes ninguna referencia es que es imposible que te defraude, cómo no te has hecho ninguna idea preconcebida tampoco  esperas nada de ella  por lo que,  aunque lo que  te ofrece  sea escaso nunca tienes  la sensación de que te han engañado.  Eso exactamente es lo que pasa con Windhoek, la capital namibia, una ciudad que se derrama por el desierto como una de esas urbes que salen en las pelis americanas, un pequeño centro financiero con algunos, pocos, edificios altos y luego decenas de barrios formados por casitas bajas unifamiliares que se extienden interminables por la llanura hasta perderse de vista.

 

Cuando llegamos a Windhoek, un misterio de la ciudad es como se pronuncia su nombre, para mi decían Windooc pero a Adri. le sonaba a Winduc, desde el aeropuerto distante 30 kilómetros de la misma, eran las cinco de la tarde y según nos dijo el conductor del taxi que nos transportaba al hotel era hora punta. La hora en que la gente salía de sus trabajos para irse a sus casas. Lógicamente esperaba peatones andando presurosos por sus calles, vías llenas de coches con conductores impacientes tocando el claxon, paradas de buses repletas de gente nerviosa esperando su autobús, pero está claro que la lógica no es lo mío. La realidad es que había muy pocas personas andando por las calles, realmente nunca hay nadie andando por las calles de la capital, tampoco hay un servicio urbano de autobuses así que era imposible que  hubiese gente esperando en inexistentes paradas y en cuanto al atasco, la única parada que tuvimos que hacer se debió a tener que esperar a que un semáforo pasase del rojo a verde. Así que enseguida y avanzando por zonas residenciales de avenidas amplias, bien asfaltadas y señalizadas, sin tráfico y rodeados de casas con jardines perfectamente cuidados llegamos a nuestro hotel.

 

Una particularidad de nuestro hotel y de otros muchos en esta ciudad, es que no son edificios más o menos grandes dedicados ex profeso a alojar viajeros si no que son casas particulares que han aprovechando una zona del gran  jardín para construir alojamientos para los viajeros. En nuestro caso, nuestro hotel, que no tenía ningún letrero o indicación que indicase que allí se podían alojar huéspedes,  tenía únicamente cinco habitaciones que daban a un pequeño patio interior, decorado con unos parterres con flores, algunos árboles y una pequeña piscina, y digo pequeña por no decir minúscula, además del típico bar que tú mismo puedes construir para disfrutar con tus colegas que es donde servían el desayuno, mientras que la recepción no era si no el recibidor de la casa del dueño de la finca, donde podías ver al perro durmiendo apaciblemente en un sofá, unas mesas  y unas paredes tan llenas de fotos y recuerdos que te hacen dudar si esa gente no tiene un poco de horror al vacío.

 

Siempre nos ha gustado nada más llegar a un sitio y justo después de dejar las maletas salir del hotel y aprovechar para dar una vuelta por la zona, reconocer el barrio, comenzar a mezclarnos con la gente o, para que nos vamos a engañar, identificar algún garito que pueda ser merecedor de una visita posterior. Aquí nos fue imposible, como digo estábamos en una zona residencial y cuando salimos a la calle, después de abrir el gran portón metálico que  cerraba el acceso al hotel, solo encontramos calles solitarias con altos muros de piedra coronados con alambre de espino o concertinas  que protegían enormes casonas.  Así que tras un breve paseo y de vuelta a nuestra habitación y después de hablar con la dueña-ama de casa-recepcionista  decidimos  ir al centro.

 

Si no tienes coche como es nuestro caso,  lo tienes jodido en esta ciudad que pese a no ser muy poblada, no llega a  400000 habitantes, es muy extensa y en la que en la que no hay transporte público. Con lo que la solución para moverse por la misma es  que obligatoriamente tienes que usar el servicio de taxi. Pero esto tampoco es sencillo, no puedes salir a la calle y parar el primer taxi que con el que te cruces ya que normalmente no te cruzas con ninguno, ¿he dicho ya que nunca ves a nadie por las calles y que apenas  hay tráfico?, sino que además los taxis no llevan ningún distintivo que les distinga de cualquier otro vehículo.  Por lo que si quieres ir de un lugar a otro, o regresar por la noche a tu hotel debes hablar con la recepción o con el encargado del restaurante para que te solicite el taxi y acuerde el precio que te cobraran por realizar el servicio. Lógicamente el precio varía si es por el día o la noche o, si el sitio está más o menos cerca o si vas a compartir taxi. A veces ocurre que debido a que no hay muchos taxis puede que tengas que compartir taxi con unos desconocidos a los que su hotel o el tuyo pilla de camino. Como nos ocurrió a nosotros, que nos toco compartir un taxi a la salida del más famoso local nocturno de Windhoek  el Joe´s  Beer house, con unos alemanes pero que al ver el tamaño del vehículo que teníamos que compartir, era francamente pequeño,  decidieron con muy buen criterio esperar a que les llamaran a otro. También es normal y especialmente por la noche que en el taxi no este solo el conductor si no que vaya acompañado por otra persona.

 

Cómo quizás hayáis intuido no es Windhoek una ciudad monumental o de edificios señeros, todo lo contrario, es una ciudad retraída, silenciosa y modesta. Más allá de los típicos monumentos a conquistadores alemanes, fundadores germanos de la ciudad e iglesias más o menos coquetas y bonitas, lo que más nos llamo la atención fue la calle dedicado a Fidel Castro en agradecimiento por la ayuda prestada por Cuba a Namibia en su lucha por la independencia. Esta ayuda no consistió únicamente en la lucha de los cubanos contra los sudafricanos en Angola, país que servía de base de retaguardia segura al SWAPO, principal grupo namibio que luchó por la independencia, sino también y puede que incluso más importante en el apoyo diplomático a la independencia en todos los foros y agencias internacionales.

 

Pese a que nosotros en nuestro par de salidas nocturnas no lo sentimos parece que la ciudad no es tan segura por la noche como aparenta por el día ya que con varias de las personas con la que hablamos, ósea la recepcionista del hotel, el taxista y el camarero del bar,  nos trasladó la idea que la ciudad por el día es muy agradable y segura pero no era conveniente andar por las solitarias calles a partir de las nueve de la noche, ¿Por qué las nueve y no otra hora es un misterio?  Pese a como digo nosotros no sentimos en nuestras salidas nocturnas sensación de inseguridad alguna. Quizás este miedo venga también porque Namibia es uno de los países con mayor prevalencia de VIH en el mundo, con cifras realmente espeluznantes, tanto así que en la fachada del cuartel general del ejército cuelga una pancarta que dice algo así como que su principal lucha es contra el SIDA y enfermedades oportunistas como la tuberculosis asociadas al virus.


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