Viajero desde
12/05/2007
Nick: GLORIASEGURAZ |
Viajar es despegarte de tu mundo por un tiempo.
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Escribe el relato: Gloria
CAÑO CRISTALES UN LUGAR DONDE EL AGUA, LAS ALGAS Y EL PAISAJE CELEBRAN CADA DÍA
CON UNA DANZA DE VIDA Y DE COLORES
Viajar a Caño Cristales se convirtió en una tarea a cumplir como experiencia interior y de sentidos. “El río de los Dioses” “El río de los cinco colores” y muchos apelativos más despertaban la curiosidad por conocer ese hermoso lugar situado muy cerca a la Serranía de La Macarena que es la primera formación geológica de Colombia. Los Llanos Orientales inmensos, muy verdes, llenos de vida, de ríos caudalosos y de Morichales que en medio de la llanura elevan sus penachos orgullosos de pertenecer a esa tierra privilegiada.
Salimos de Bogotá a la madrugada viendo cómo el paisaje despertaba a un nuevo día. La carretera es magnífica con túneles modernos y viaductos maravillosos. El paisaje con una vegetación agreste muy verde y salpicado de cascadas. Es una delicia recrear la vista durante dos horas hasta que en una vuelta del camino se abre el llano ante nuestros ojos y se siente que no se puede abarcar porque no tiene límite.
Villavicencio una ciudad que ha progresado mucho en sus vías, parques, comercio, edificios. Una verdadera sorpresa ya que mis recuerdos se remontaban a 1983 cuando viví en San Martín y Villavicencio era una ciudad elemental. La arborización es magnífica, las vías que la comunican con pueblos cercanos son muy buenas y la gente amable y acogedora. Sobre la vía a Restrepo está el Parque “Los Ocarros” con numerosas especies animales en espacios cómodos e integrados con el paisaje. Su nombre se debe a un animal que es una especie de Armadillo gigante, muy redondo, con una textura esponjosa. El Ocarro parece una almohada gigante que tiembla cuando duerme. Así mismo encontramos serpientes, felinos, aves, monos, tortugas, cocodrilos y el acuario más completo de la región. Un parque muy bien cuidado con lagos y caminos que van indicando el recorrido. La vegetación exhuberante, muy verde con una variedad de árboles y plantas cada una clasificada y bien conservada. Sobre la vía a Puerto López se encuentran varias Fincas convertidas en hoteles muy cómodos y bonitos ideales para pasar la noche antes de seguir hacia nuestro destino final. “Los Gavilanes” donde nos alojamos, una finca preciosa, la atención maravillosa, la comida exquisita y la tranquilidad que se respira es realmente apta para descansar y tomar fuerzas para el día siguiente.
En el aeropuerto Vanguardia comienza nuestra aventura. Las avionetas pequeñas salen para diferentes lugares del inmenso llano. Nuestro avión parece reciclado de la segunda guerra mundial. Una estructura primaria con hélices enormes y una gran puerta por donde suben los pasajeros y la carga. Longitudinalmente el avión está dividido por una red. De un lado está la carga. Cajas de cerveza, electrodomésticos, mercancía y hasta una moto. Del otro lado viajamos los pasajeros en una sola banca. Los pilotos nos invitan a pasar a la cabina durante el vuelo para tomar fotos del llano. Los pequeños pueblos.....San Martín, Granada, San Juan de Arama, Vista Hermosa, las petroleras con sus torres coronadas por el fuego como enormes llamas olímpicas, el ganado en las haciendas, los Morichales saludando a nuestro paso y los numerosos ríos que serpentean dándole un toque brillante al paisaje. Es un viaje agradable, ruidoso pero lleno de sorpresas. De repente la Serranía de La Macarena comienza a dibujarse en el horizonte. Una enorme mole verde de formas caprichosas como soberana del Llano. En su interior la más grande riqueza de aves, animales y plantas además de ser la matriz de muchos ríos que bañan el llano. La Macarena nido de una riqueza natural inigualable y de grandes conflictos se yergue orgullosa en medio del llano. No es muy alta desde el avión pero sí extensa. Una serranía aislada, extraña e inquietante para los científicos del mundo, como también lo es el área que las circunda donde confluyen elementos de la fauna y de la flora de los Andes, de la Amazonía y de la Orinoquía.
Esta es mi Sierra Macarena
Tierra noble y soberana
La reserva nacional
Tu eres la belleza incomparable
Fauna y flora y tus riquezas
Paraíso universal
Belleza incomparable
Reserva de la vida
Mereces te declaren
Hoy tierra prometida
Tu rió navegable
Despensa de la vida
Recorre tus entrañas
Irrigando armonía
Son todos tus paisajes
Pinceladas motiva
Piscinas de cristales
Tus algas te adornizas
Pasamos por encima de ella y divisamos La Macarena un pequeño municipio de pocos habitantes en el casco urbano y algunos que habitan en las fincas. Fue fundada en 1954 por un grupo de colonos todos de la familia González quienes encontraron en esta región llamada antes “El Refugio” prodigiosas tierras a orillas del Rio Guayabero. Así fueron llegando otras familias y viendo la riqueza y la belleza de la naturaleza comenzaron a hacer un elemental turismo con la ayuda de un piloto de la Segunda Guerra Mundial y de un aviador de origen italiano. Los primeros turistas eran norteamericanos que llegaban en avioneta hasta una rústica pista construida por la familia González y otras familias que ya habitaban en La Macarena. Hacia 1960 comenzó la “bonanza” de las pieles de animales salvajes que tomó tanta fuerza convirtiéndose en un peligro para la fauna de La Macarena y hacia 1976 comenzó la coca que hizo pasar a La Macarena de un pueblo donde todos se conocían a un pueblo donde todos eran extraños, muchos de ellos ávidos de dinero. Desde 1998 hasta 2002 La Macarena y otros municipios se convirtieron en la Zona de Distensión. La guerrilla se adueñó de la zona y durante mucho tiempo hicieron lo que quisieron con la región y con su gente. En nuestro recorrido vimos huellas de lo que fue ese período de la historia de Colombia. La carretera que lleva a Caño Cristales fue construída por la guerrilla y quienes la hicieron eran personas de la región que eran llevadas como castigo al robo de ganado, al chisme y otras acciones. Inclusive hay una construcción abandonada de lo que iba a ser un puente cuando la guerrilla quiso hacer la Autopista del Llano para unir San José del Guaviare y La Macarena con otros municipios y así facilitar la salida de la coca. En la iglesia de La Macarena se encuentra un mural de la Virgen y el Niño llaneros y otro de la Ultima Cena también llanera. Este mural fue mandado a pintar por Manuel Marulanda y él se hizo pintar a un costado. Cuando terminó la zona de despeje su figura fue borrada del mural. La Macarena ha decidido borrar esa nefasta época y hoy día se ve mucha actividad cultural y deportiva para los jóvenes de la región. El Sena ha tomado la guianza del turismo capacitando a los jóvenes macarenenses aprovechando la riqueza paisajística, la flora y la fauna que tiene la región. La gente es amable, acogedora, las casas siempre abiertas, el comercio poco pero bien surtido, los hoteles agradables y la comida deliciosa. Es mejor hablar de lo que ahora es La Macarena y sus alrededores porque lo que tienen es un verdadero paraiso.
El aeropuerto de La Macarena es una pequeña pista donde nos recibe la Policía y el Ejército ya que es 20 de julio y tienen sus mejores galas para celebrar la independencia de Colombia. El avión abre su puerta y una cuantas personas se acercan para ayudarnos a bajar. Todo es rudimentario pero la belleza de la zona borra cualquier incomodidad. Como en cualquier historia macondiana un caballo tirando de una carreta es quien recibe el equipaje y la carga del avión. Caminamos unas 3 cuadras, el desfile militar acaba de terminar y los soldados ataviados con sus maquillajes camuflados descansan en las esquinas de la plaza. En el coliseo un concurso de baile llanero como parte de la celebración y al voltear la esquina aparece la plaza principal, la iglesia y un enorme árbol como bienvenida formal a La Macarena. Nuestro hotel es una casa grande, entramos por el comedor y la cocina y luego comienza un área verde y pequeñas casitas con antejardín y reja y cada una es una habitación. Enormes árboles de zapote, iguanas que caminan por los jardines, flores exóticas, gallos, tortugas, todo esto hace parte de un agradable sitio para descansar.
Rapidamente dejamos el equipaje, conocemos a nuestros guías y una canoa con motor nos espera en el embarcadero. Los lancheros personas muy amables nos ponen el chaleco. El río Guayabero es enorme y viene muy crecido porque es época de invierno. El Río Guayabero al desembocar con el Río Ariari forman el Río Guaviare todos indispensables para la comunicación, la pesca, el turismo y el intercambio de productos de la zona. Comenzamos el viaje mas o menos 20 minutos contemplando una vegetación hermosa, muy verde, enorme que acoge a iguanas, tortugas, pavitas multicolores llamadas “pavas hediondas” ya que emanan un olor fétido para protegerse. Las vemos cuidando sus nidos elaborados en las ramas de grandes árboles. Numerosos pájaros y una que otra canoa con colonos que nos saludan. La vista no alcanza para contemplar tanta belleza. Tratamos de abarcarlo todo, el río, la flora, la fauna, las historias del lanchero, el cielo, el horizonte......La Cachivera, un embarcadero nos dice que el viaje por el río ha terminado y subimos a una camioneta curtida de tanto viaje pero que será la que nos acerque un poco más a Caño Cristales. El paisaje cambia, la vegetación en un poco más baja y el llano aparece ante nuestros ojos enorme, bellísimo. La zona está cubierta de Chaparro una planta que comienza como un junco y luego se convierte en un arbusto pequeño como un pastizal. Cuando es junco sirve para lavar las ollas como una esponja de alambre y si se golpea con este junco queda la cicatriz. Los morichales salpican el llano orgullosos de ser mucho más altos que el resto de la vegetación. Hay otro arbusto la Bellostia Macarena que tiene los troncos negros como si estuvieran quemados y al pasar la mano queda el tizne pero en su interior tienen mucha humedad para protegerse de los incendios que a veces se ocasionan en los pastizales del llano. En un sitio donde la carretera se convierte en trocha bajamos a almorzar y nos presentamos. Percibo que todos los que vamos a un sitio como Caño Cristales tenemos la misma filosofia de la vida, el amor por la naturaleza, la sensibilidad ante los paisajes, los colores, los olores, el respeto por el medio ambiente y la avidez por aprender cada día algo nuevo. Compartimos un delicioso almuerzo que nos han entregado en el hotel envuelto en hojas de bijao lo que le da un sabor especial a campo, a humo, a leña y al amor de quienes lo prepararon. Allí comienza el último tramo que hacemos a pie atravesando pequeños caños y hermosos paisajes. Nos cruzamos con grupos de vacas con sus vaqueros van muy despacio. Las llevan a vender a sitios cercanos o lejanos y deben ir así para no perder mucho peso en la travesía lo cual ocasiona bajar el precio del animal. Después de un tiempo aparece ante nuestros ojos un pequeño caño con algas. Es el abrebocas de lo que veremos más adelante y quedamos maravillados. Las algas Macarenia Clavígera que solo crecen en época de invierno (de junio a septiembre) se adhieren a la superficie rocosa y comienzan una danza animada por el caudal del agua. Sin embargo, el río carece por completo de peces debido a su escasez de materiales de arrastre y sedimentación.
Caño Cristales nace en la montaña como un pequeño río pero en época de lluvias aumenta su tamaño de tal manera que forma une los pequeños torrentes y termina en una serie de cascadas, rápidos, pozos, piscinas naturales, remansos y recovecos de roca, piedrecillas, algas que cambian de color por el sol o por el paso del tiempo. Los pequeños pozos circulares llamadas Ochos ó Marmitas de gigante que caracterizan el lecho río han sido abiertos por minerales de gran dureza. Cuando uno de estos duros fragmentos de mineral cae en alguna de las cavidades existentes, grandes o pequeñas, comienza a girar rozándose con la pared de la cavidad aumentando las dimensiones del pozo y formando un pozo redondo como si hubiera sido horadado por un enorme taladro. Durante nuestro recorrido vemos paisajes paradisíacos, el color de las algas, la velocidad del caño, la transparencia del agua que deja ver hasta la última piedra y permite apreciar las algas en todo su esplendor. Con una careta vemos pequeños y delicados tallos adheridos a la roca que terminan en una especie de esfera delicada, casi transparente que danza con el agua sin romperse a pesar del caudal permitiendo ver un espectáculo vivo de danza acuática. La perfección de la naturaleza ante nuestros ojos y la timidez al tocarlas porque parecen muy frágiles pero en su medio aguantan el torrente sin desprenderse. Es una sensación casi sagrada, de admiración, de contemplación, de sentir que las lágrimas quieren salir porque la emoción es algo que se desborda al ver algo tan maravilloso. El agua nos invita y es un descanso después de la larga caminata. Fría, refrescante y relajante. Las historias de los guías son numerosas, personas que se han atrevido a pasar por los túneles de rocas y han muerto porque la corriente es muy fuerte y una historia interesante de una niña llamada Carol Cristales. Frente a uno de los sitios de Caño Cristales sobre una pequeña colina vemos una Maloka construida con medidas sagradas. 12 metros y 12 pilares. Allí vivía un colombiano que estudiaba la fauna y flora de la región. El quiso que su hija naciera en lasaguas de Caño Cristales y efectivamente el parto fue en el agua. Este acto familiar sorpresivamente fue decorado con la aparición en el cielo de dos espléndidos arco iris. Pasado un tiempo a su padre lo mataron y cuando la guerrilla comenzó a construir la carretera durante la zona de distensión la esposa los demandó y la amenazaron de muerte. Hoy día vive exiliada en Canadá. En su honor este pozo se llama Carol Cristales y en honor del pozo que la recibió ella se llama Carol Cristales. Dicen que cuando ella salió casi huyendo y conoció otros ríos pensaba que todos eran como Caño Cristales pues era su única referencia. Vio entonces que los ríos no eran de colores como el que la vio nacer. Esta es la historia de Carol Cristales
“Y la belleza se escondió. Tuvo miedo, tristeza y amargura de ver la sangre manchando el piso de madera. No eran gotas, eran ríos de sangre. No quiso volver más por allí. Lástima, cuándo volveremos a encontrarla”
Con esta profunda reflexión, escrita en un trozo de papel reciclado, la niña Iris Carol Cristal Fernández Cortés rompió su silencio y mostró, al mismo tiempo, que a su temprana edad estaba lista para afrontar la vida sin la protección de su padre, pero con la compañía y el cariño de Sarita , su mamá, y de sus hermanos Tao, Poto, Diana y Juan David.
Melco o mejor Melquisedec Fernández Molano, su padre, un ecologista entregado a la plástica y a las letras, inexplicablemente había muerto, pero dejó sembrado en sus hijos el amor por la naturaleza y un extraordinario gusto por las artes y la poesía.
Cristal era una niña cariñosa y dada a la gente, pero se retrajo, se cayó y únicamente contestaba con monosílabos. Después de ser extrovertida se volvió introvertida y empezó a escribir, tal como lo prometió al otro día de la muerte de Melco , recuerda Sara Cortés, quien además de ser su madre es su confidente y su maestra.
Iris Carol Cristal nació hace 11 años, en la madrugada de un 24 de febrero, en un camping armado a la orilla del caño Cristales,
Hoy por hoy, Cristal es tal vez la más joven poetisa y escritora del departamento del Meta. Ella es autora de tres bellos cuentos. En 1999 participó en el concurso Gotas de tinta con el cuento Los niños que llegaron a la libertad, declarado fuera de concurso; en el 2000 ganó el premio con Cómo ven las lechuzas y tiene un tercer cuento titulado Cómo vi los gnomos.
Todas estas historias son producto de sus vivencias en el entorno mágico del caño de los siete colores, donde los pájaros hablan con los niños, los árboles transmiten sus sentimientos, las mariposas bailan y los gnomos hacen sus esporádicas apariciones.
En este ambiente natural no hay rastros del deprimente bullicio ni de la contaminación producida por los carros de la ciudad. Todo es música, todo es poesía.
Salgo sola por el bosque, me baño y recojo flores para pegarlas al papel reciclado y para comer. Me gustan las flores amarillas, grandes. Las hay de todos los sabores, unas son dulces y otras amargas o agridulces , dice Iris Carol Cristal.
Quito las piolas y los alambres que se enredan en los árboles, agrega la niña, porque cuando estos crecen se pueden partir. Les pido permiso para subir y tomar algunas de las frutas, para que no se pongan bravos y me tumben .
Historia o leyenda Carol Cristales hace parte de este maravilloso entorno que tuvimos la fortuna de conocer. Hay cosas que aunque se narren con lujo de detalles nunca se podrán parecer a la realidad porque esta va acompañada de sentimientos que no pueden plasmarse con letras. Esto es Caño Cristales. Hay que ir, ver, tocar, oler y entrar a sus aguas para comprender la magnitud de su belleza.
El regreso en la tarde es devolver los pasos, caminata con el aire fresco de la tarde, luego en una camioneta y finalmente por el río viendo cómo las aves buscan a esa hora dónde pasar la noche. En la Macarena un refrescante baño nos reanima. Nos espera una deliciosa cena y el paseo por el pueblo oscuro porque casi no hay luces en las calles, con el aire fresco de la noche y la felicidad de haber estado en Caño Cristales. Una noche para descansar y muy temprano estar listos para la próxima etapa “Caño Cristalitos”. El amanecer con el canto de los gallos y los trinos de los pájaros nos hace salir de la cama y ver el paisaje hermoso de la naturaleza que de dispone a comenzar un nuevo día. Un desayuno energético, la visita a la iglesia de La Macarena y de nuevo al embarcadero, esta vez por el lado contrario del Río Guayabero. Desembarcamos por una finca un poco descuidada con pocos cultivos y poco a poco vamos subiendo atravesando una vegetación como de bosque de niebla hasta llegar a la cima donde ante nuestros ojos se abre de nuevo el Llano y podemos divisar los Llanos de Yarí ricos en vegetación baja donde la tierra vale poco pero no tiene escrituras sino tenencia. Haciendas ganaderas, llanuras que van hasta donde la vista nos alcanza. Una región privilegiada. Un poco más de caminata y llegamos a Caño Cristalitos. Las algas también presentes, las cascadas, los rápidos, los “ochos” pozos grandes y pequeños formados por piedritas que al caer con la acción del agua giran hasta formar un pozo totalmente redondo. Disfrutamos del paisaje a nuestro antojo, nos refrescamos en las aguas de los pozos y recibimos la fuerza de las cascadas en la espalda como un masaje terapéutico renovador. Solo sentarse en una roca y ver el paisaje es algo que alimenta el espíritu y nos transporta a otro mundo.
A medio día desandamos el camino y en la ruta nos encontramos con nacimientos de agua pura que sale de las rocas y abastecen el entorno. De nuevo a la lancha y a medio día estamos en La Macarena. En el camino del embarcadero al hotel encontramos una fábrica de queso. En grandes pailas ponen la leche con el cuajo y con una pala de madera que en mi tierra se llama “Caguinga” le dan vueltas hasta que seca y queda como una tela que con mucha pericia quien lo elabora la eleva y la deja caer de nuevo hasta darle el punto exacto. Imposible volver sin traernos un buen trozo de ese delicioso queso en su punto de cremosidad, de sal, de sabor. Almorzamos y nos despedimos de todas las personas que hicieron tan agradable nuestra estadía. En el aeropuerto esperamos nuestro avión. Esta vez las cajas de cerveza van vacías y entre los pasajeros va un bebé de pocas horas de nacido y su madre que van para Villavicencio con una enfermera del Hospital de La Macarena. Fotos y mas fotos, la última mirada al llano y el recuerdos de 2 días en uno de los lugares más bonitos del mundo.
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