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 EJE CAFETERO, ORGULLO COLOMBIANO

 Escribe el relato: Gloria Segura

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Eje Cafetero, orgullo colombiano
 
Montenegro, Colombia — jueves, 19 de agosto de 2010

EL CAFE DEBE SER........“........negro como la noche, fresco como el viento y dulce como el amor”.....

Creo que es la mejor definición de nuestro café y la encontré en el Ecohotel Santa Bárbara, un maravilloso sitio donde me alojé durante mi recorrido por el Eje cafetero. Una región de paisajes exhuberantes, gente maravillosa, lindas carreteras, comida exquisita y artesanías que identifican a sus habitantes.

Mi viaje comenzó en Bogotá por una carretera que serpentea la cordillera desafiando la topografía con atrevidos viaductos y un túnel que atravesará La Línea y que se encuentra en construcción.

La Línea majestuosa con sus montañas enormes y sus abismos desdibujados por la niebla termina en Calarcá y de ahí a un paso está Armenia y el comienzo del recorrido por la región cafetera.

Rumbo a la Hacienda Santa Bárbara (ahora convertida en un Ecohotel) se cruzan paisajes típicos, Platanales, cafetales, guaduales, todos los verdes posibles reunidos en un solo cuadro contrastando con las casas multicolores que a la vera del camino nos dan la bienvenida a esta maravillosa Tierra del Café. La hacienda es preciosa, rodeada de mucho verde y atendida por personas muy amables que nos hacen mucho más agradable la estadía. Nuestro guía nos lleva a conocer los cultivos de café de la hacienda.

Este café es procesado para el consumo de los huéspedes así mismo los plátanos y las frutas que se consumen. Durante una hora recorremos un hermoso sendero y recibimos las explicaciones de nuestro guía desde que es sembrada la mata hasta que es molido y queda listo para saborear. Este proceso se realiza en la vieja casa de Santa Bárbara que queda junto al ecohotel. En este sitio se confunde el olor del café recién molido con el de las hierbas aromáticas que están en el jardín y el colorido de los naranjales cargados de fruta. En la noche la suave brisa nos arrulla y los pájaros con sus trinos se encargan de despertarnos muy temprano. Al segundo día ya somos un grupo que está ávido por comenzar a recorrer este precioso rincón de Colombia.

Por una carretera muy bien cuidada vamos rumbo a las Termales de Santa Rosa de Cabal pasando por Circasia, un pequeño pueblecito, muy colorido y animado donde recordamos algunas escenas de “Café....con aroma de mujer” Su iglesia devorada por un incendio ha sido reemplazada por una bella construcción de guadua y con la ayuda de los habitantes está siendo reconstruída. Llama la atención la presencia de dos cementerios en los pueblos: Uno el típico y otro llamado Cementerio Libre que era utilizado para enterrar a quienes se suicidaban por no hacerlos merecedores de ser sepultados en el cementerio católico. Además eran enterrados de pie ya que no “merecían” el descanso sino el sufrimiento eterno. Seguimos hacia Pereira y comenzamos a subir las curvas de Caracolí con unos impresionantes viaductos helicoidales que parecen balcones asomándose al vacío. Las Termales de Santa Rosa se encuentra en un sitio paradisíaco, temperatura fría, bosque de niebla, vegetación exhuberante, agua por todas partes y al subir la colina se presenta ante nuestros ojos asombrados una serie de cascadas de unos 40 metros de alto que parecen una larga cabellera que se extiende sobre la montaña formando pequeños riachuelos que caen en pozos cristalinos.

Frente a esta monumental cascada están las aguas termales que hacen del paisaje el contraste entre el frío del entorno y el humo que despiden las piscinas. Las montañas que le rodean tienen senderos aptos para caminatas ecológicas. Un sitio bellísimo donde serespira aire puro, olor a pino y helechos, musgo y flores silvestres.

De regreso al ecohotel vemos cafetales y casas pintorescas a lo largo de la carretera y desviamos para llegar a Salento, uno de mis rincones favoritos. Desde el Mirador y con un sol tibio que nos acaricia contemplamos la imponente cordillera, el Nevado del Tolimatotalmente blanco y el Valle de Cocora donde vive nuestro árbol emblema “La Palma de Cera”. Los ojos no alcanzan a cubrir tanta belleza y tanta diversidad de topografía, Montañas enormes, hondonadas, valles, nevados, todo en un mismo paisaje.

Bajamos al pueblo todavía maravillados por tanta belleza natural y contemplamos las calles coloridas de Salento , las casas siempre abiertas al peregrino, sus balcones calados en fina madera, las típicas fondas donde vemos una cantidad de objetos antiguos, viejos y maltrechos pero que en estos sitios cobran vida para hacer inolvidable la visita de los lugareños y los turistas. Salento y su iglesia como sacada de un cuento, Salento y sus tiendas de artesanía, Salento y sus cientos de escaleras de colores que conducen a otro mirador. Dicen que hace muchos años en Salento las casas de la derecha se construyeros de 2 pisos y las de la izquierda de un solo piso. Los conservadores (los del lado derecha) tenían más dinero y podían construír casas mejores y los liberales (los del lado izquierdo) solo podían hacer un piso....cada uno en su lado, nunca juntos. Al regreso por una carretera preciosa vemos las escuelas construídas después del terremoto que asoló el Eje Cafetero. Sus colores se igualan a la alegría de los niños que acuden a ellas a estudiar. Una noche más en el hotel, la comida exquisita y la compañía de las personas conquienes  compartimos un maravilloso día.

Los pájaros y el olor a café recién hecho nos despierta muy temprano y después de un desayuno energético nos dirigimos a Panaca “Sin Campo no hay Ciudad” dice su slogan y esto es un llamado para aprender a amar el campo y saber que su gente y sus productos son merecedores de nuestro respeto y admiración. En Panaca se aprende a disfrutar con lo elemental de la naturaleza, se entra en contacto con los animales sin temor, se aprende de las labores del campo, se disfruta del paisaje ya sea caminando o con el “delicioso” vértigo que produce el lanzarse en una tarabita por encima de los guaduales y de parte del Parque, contemplando los senderos, las flores, los árboles y los animales.

Visitar Panaca es aprender a rescatar la importancia y los valores del campesino, a través de la interactividad del hombre con la naturaleza y los animales domésticos en un ambiente sorprendente y emocionante. Por medio de espectáculos vemos a los caballos en un hermoso recorrido desde el caballo árabe pasando por el caballo de los Llanos, los burritos que ayudan en el trabajo, la pericia de los jinetes y el caballo colombiano con el que se cierra el show. Así mismo disfrutamos de la carrera de cerditos, las piruetas de los perros, la diversidad de las vacas y toros, interactuando con el público y dejando expresar la alegría con aplausos y risas. Al regreso los comentarios no cesan y la alegría de haber pasado un día inolvidable se hace presente entre todos. Un baño tibio y una cama suave nos repara el cansancio del día y nos prepara para una nueva jornada.

Al otro día después de desayunar salimos para el Parque del Café. Montenegro un pueblito encantador nos saluda y nos invita a seguir un poco más adelante donde encontramos “El mejor sabor de un parque con aroma a diversión” Nos recibe el gigantesco mirador, emblema del Parque y comenzamos el recorrido por el museo del café......las casas de las familias cafeteras casi siempre en forma de L imitando el número 7 que es cabalístico para quienes habitan esta región.

Siete días de la semana, siete pecados capitales, siete los colores del Arco iris..... casas con un amplio corredor donde después de la jornada se tomaba el fresco de la noche, se jugaba cartas o se charlaba de todo un poco. El proceso del café desde que es sembrado hasta que llega a los países más lejanos llevando los colores y el sabor de nuestra patria como símbolo de hermandad. Por senderos bordeados de flores llegamos al puente arriero, una construcción de madera, techada y muy segura. Antiguamente cuando no había carreteras, las recuas de mulas salían muy temprano con el café y caminaban hasta encontrar un puente de estos que sería su refugio durante la noche para seguir al otro día la marcha hasta encontrar otro puente. Allí las bestias descansaban y sus arrieros  también.

En las rendijas de la madera se dice que los arrieros dejaban cartas de amor que  eran recogidas por alguna muchacha de la región quien a su vez dejaba la respuesta que era recogida por el arriero. Así se formaban los noviazgos aunque a veces las cartas o los puentes se confundían dando lugar a nuevos romances. Seguimos por los senderos y encontramos el cementerio Quimbaya y las diferentes tumbas utilizadas. Cuando los  caciques eran enterrados con sus esposas y riquezas lo hacían en este orden para “despistar” a los primeros guaqueros , los españoles que venían en busca de oro. Primero estaba el oro, luego la comida, luego el cacique, sus mujeres y lo que primero se veía eran las ollas y figuras de cerámica. 

Llegamos al Show del Café, el espectáculo más importante de la visita al parque. 22 bailarines profesionales nos hacen un recorrido por Colombia, sus costumbres, su folclor, sus leyendas, con una coreografía impecable, colorido vestuario, una narración de fondo que despierta nuestro espíritu patriota y nos hace sentir orgullosos de ser colombianos. Después de un almuerzo en un sitio rodeado de vegetación entramos al Show de las orquídeas, una puesta en escena infantil pero que también divierte a los adultos.

Cansados pero contentos llegamos a la réplica de un parque de cualquier pueblo de la Zona cafetera donde cada casa representa la arquitectura de varios pueblos. Allí encontramos a Salento, Circasia, Quimbaya, Montenegro y la réplica de la estación del tren de Armenia. El tren nos invita a dar una vuelta por el parque pasando por viaductos y túneles y contemplando la belleza de la naturaleza. Tomamos de nuevo los senderos y entramos a un guadual enorme, hermoso, muy fresco debido a que la guadua retiene agua en su interior y esto la hace fresca y siempre verde. Cuando hay sequía, ella libera poco a poco el agua de reserva para que el suelo no se seque.....maravillas de la naturaleza.

Subimos en un teleférico desde donde contemplamos la belleza de la topografía, la cordillera, Armenia a lo lejos, los cafetales, los guaduales y el parque en su totalidad como una pequeña maqueta. Un descanso para saborear el delicioso café de la región y bajamos por otro sendero donde encontramos los mitos y Leyendas de la región....la Patasola, el Hojarasquín, el travieso Duende.....divertidos personajes que hacen parte de la vida diaria de nuestros campesinos y cuyas historias se han transmitido de boca en boca.

De nuevo al teleférico porque el día se termina y no alcanzamos a subir a pie. Un último café y tomamos la carretera hasta Santa Bárbara donde intercambiamos impresiones, agradecemos a quienes nos atendieron y preparamos la marcha llevando en nuestra retina y en nuestro recuerdo una región de gente linda, paisajes majestuosos y parques maravillosos en los que la naturaleza interactúa con la diversión y el conocimiento. Una ruta que nos invita a regresar porque siempre habrá algo nuevo para ver y disfrutar.


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  •  CASTEJON escribi el 8/7/2012:
  • - PARECE BUEN SITIO, Y CON LA CANTIDAD DE FLORA Y FAUNA QUE HAY EN COLOMBIA, SEGURO QUE ES UN LUGAR QUE UNO NO SE HA DE PERDER


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