Viajero desde
1/21/2011
Nick: JMG |
Viajar es despegarte de tu mundo por un tiempo.
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Escribe el relato: JoseMGGarcia
GRAN CANARIA
(EL INTERIOR)
En mi tercera visita a la Isla de Gran Canaria, me propuse hacer caso a unos amigos residentes y dedicar un día a visitar el interior de la isla, lugares poco o nunca frecuentados por los Turistas. Me aseguraron que quedaría gratamente sorprendido.
Lo que no me advirtieron es que la carreterita que asciende desde Playa del Ingles a San Bartolomé de Tirajana es en muchos tramos de extrema dificultad e incluso de paso alternativo, dejado la preferencia a la buena voluntad del que venga en sentido contrario.
Sin embargo, llegados al Mirador Degollada de la Yegua, redimimos de la condena a mis amigos, ya sentenciados en la subida.
Se contempla una esplendida vista sobre el agreste cañón o valle. No voy a atreverme a afirmar que es comparable al Gran Cañón del Colorado en USA, pero si que en, algún modo, me lo recordó.
Ciertos paisajes, para verlos en su máximo esplendor es imprescindible buscar cuidadosamente, además de un día claro, una hora determinada y recuerdo la recomendación de otros amigos, los de Lufthansa, que me marcaron para visitar el Valle de los Monumentos, también en USA, la salida del sol o al anochecer y el resultado de su consejo resulto justo e impresionante en sus sombras alargadas.
No recibí instrucciones para la incursión en el centro de Gran Canaria, pero si, para visitar las Dunas de Maspalomas… esto es, sobre las 7 de la tarde y les aseguro que esta recomendación también resulto apropiada y muy agradecida…
¡Que maravilla! observar las suaves sombras que lentamente van envolviendo las dunas con sus matices entre amarillos, azulados y rojizos, mientras el crepúsculo se va acentuando. No sufrí la tentación de ponerme a aplaudir como un niño, como hicieran años ha, ante una puesta de sol, unos afamados pintores en la Isla de Mallorca, enfrascado como estaba en obtener las mejores fotografías de que soy capaz, minuto a minuto, pero ahora, que las he recuperado para seleccionar alguna para ustedes, comprendo el delirio de Joaquín Mir y Santiago Rusiñol
Como me barrunto que esta anécdota ya la he apuntado en otra ocasión, voy a complementarla un poco mas…
Escribió en cierta ocasión, Joaquín Mir…
¡Qué espectáculo! A la derecha, la cala de san Vicente, a la puesta de sol roja, del color del fuego. El mar, azul cobalto, refleja aquellas rocas encendidas y queda también rojo como la sangre. A la izquierda los contrafuertes del Castillo del Rey, a contraluz, grises a la sombra. En aquel lado, el agua toma tonos de plata. Añade los morados de las algas del fondo y el de las higueras silvestres que penden hasta tocar el agua y ¡Qué cosa, Santiago! ¡Qué locura de colores!¡Están todos! Todos los de la paleta...”
Disculpen esta nueva digresión, tan habitual en mis escritos, pero los recuerdos, a veces se me amontonan y me salen a borbotones…
Volvamos al Mirador. No era necesario marcar hora para la contemplación de la vista sobre el valle. En Gran Canaria, en esta época y con este tipo de paisaje, el deslumbrante sol vertical que es habitual, impregna la vida rural e invita a los paisanos a guarecerse a la sombra de un árbol y echar una parrafada, pero sin mas ánimos para el esfuerzo de una partida de domino, la zanga o un envite a las cartas. Estos juegos son cosa de pescadores en tierra, como observe en Arrecife de Lanzarote.
Dando mil vueltas, envueltos en paisajes agrestes, en ocasiones entre pinos ¡que hermoso y majestuoso es el pino canario! otras semi desvelando en la lejanía el litoral de Las Palmas, todavía sin levantar su habitual calima, llegamos a Teror con intención de visitar la Iglesia de la Ntra. Sra. Del Pino, Patrona de Gran Canaria.
Déjenme un inciso referente a las Patronas Canarias, la “Capitana General” es la de La Candelaria, pero al estar su Santuario en Tenerife, no goza de mucho predicamento entre los Canariones y así la del Pino, recibe toda su atención. Igual trato recibe en la Isla de La Palma, Nuestra Sra. De las Nieves. Por otro lado, para complicar mas la cosa, en Tenerife además tienen la suya propia, la Patrona de la Diócesis Nivariense o de Tenerife, la Virgen de los Remedios, así que como ven, los Canarios están bien protegidos, dando por sentado que en los cielos las demarcaciones y poderes estén bien definidos.
Decía, que la visita quedo en intención frustrada, ya que llegamos a la hora del almuerzo y el Santuario estaba cerrado.
Andando por las calles desérticas bajo un sol de justicia, vamos, de estos que dejan aplatanado, encontramos al señor barbero, apoyado en el dintel de su solitario negocio, ajeno a esta inclemencia solar y de clientes.
Con aire campechano, accedió complacido a permitirme tomarle una fotografía y también tuvo la amabilidad de recomendarnos un buen restaurante, el que usa habitualmente:
El Rincón de Magui. No me extiendo en reseñarles el menú de la pizarra al precio único de 8 euros, que precisa aclaración, no por estar escrito solo en ingles, sino, para averiguar los ingredientes de casi todos los platos, solo les menciono uno, escrito tal cual y que a los “Guiris” sabiamente, mejor no traducir, ese era “Ropa Vieja” (plato típico canario consistente en un revuelto de garbanzos, carne de vaca y de pollo, papas -patatas- y aderezos) en cuanto a los demás platos, nos aclararon, el resultado y composición, dependía del día.
Todo muy abundante y bien cocinado, sin pretensiones y amablemente servido.
Aparte de cierta incertidumbre, es agradable comer en estos restaurantes familiares, lejos de los habituales chiringuitos de playa en los que el cocinero puede resultar de dudosa nacionalidad y sus conocimientos culinarios aun más.
Bien, dejamos la visita a la Capital para otro día, pero aun nos quedaron ánimos para llegar a Agaete, donde aparentemente el pueblo entero y sus visitantes estaban tendidos al sol en su playa, por cierto, bastante incomoda y supuestamente vigilados por el dedo amenazador de Dios (curiosa formación rocosa que surge en medio del mar, si bien una fuerte tormenta lo ha dejado sin su falange superior) así se entiende el desparpajo textil de algunas bañistas también al aire del dicho popular “si vas a Agaete, míralo y vete”
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