Viajero desde
5/4/2009 9
Nick: PIOLET |
Viajar es despegarte de tu mundo por un tiempo.
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Escribe el relato: Piolet
Lugar: Asturias (España).
Situación: Macizo Central de los Picos de Europa.
Vamos a visitar Bulnes, uno de los lugares míticos de los montañeros, donde se ha escrito parte de la historia del alpinismo en España.
Salimos con el coche desde Arenas de Cabrales (Asturias), y remontando el río Cares nos dirigimos hacia Poncebos.
Poncebos no es un pueblo en sí mismo, está formado por un embalse, por el Funicular de Bulnes y por varios establecimientos hosteleros.
Cuando llegamos a él, cruzando el puente que tenemos a nuestra izquierda, aparcamos en el Parking del Funicular, aparcamiento válido también para iniciar la Ruta del Cares.
Pensábamos subir andando, en Bulnes no hay carreteras, pero; parte por la curiosidad de viajar por las entrañas de la montaña y parte por la lluvia que va a caer de un momento a otro, mejor cogemos el Funicular.
El Funicular de Bulnes salva un desnivel de unos 400 m., con una pendiente del 19%, y en unos 7 minutos, atravesando poco más de 2 Km. de roca tallada, nos deposita –sin ningún esfuerzo por nuestra parte- en las inmediaciones de Bulnes.
Al salir de la estación, una senda a nuestra izquierda, nos lleva directamente a nuestro destino. Rápidamente, quedamos envueltos por una especie de magia que emana del entorno, los que hayan visitado Bulnes sabrán de lo que hablo.
El paisaje es espectacular y antes de cruzar el puente, nos dirigimos en línea recta buscando el mirador, desde el que se divisa el famoso Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes, mítico Pico de 2519 metros, tanto por lo que en él ha acontecido, como por lo que ha representado en la historia de la escalada en España.
Saludamos desde aquí, a los históricos montañeros que han escalado sus paredes, donde se encuentran las vías más hermosas y de máxima dificultad de los Picos de Europa y posiblemente de toda España.
Hablamos de, “Los murcianos”, García Gallego y Díez Vives, de Rabadá y Navarro, de Pérez de Tudela, de Régil, de Villar y de Rosén, de Lucas, de Ware, de Vicente, de Rafa Navarro y de tantos otros que han hollado su cima y han firmado en la histórica página de esta montaña.
El Naranjo nos saluda entre un manto de nubes, desde su gran atalaya, y después de deleitarnos con su impactante figura, volvemos plácidamente a Bulnes.
El pueblo de Bulnes está dividido en dos: Bulnes de arriba o Barrio del Castillo, y Bulnes de abajo o La Villa, y está situado a una altitud de 647 m.
Una vez en el pueblo, seguimos hacia nuestra derecha, por un camino que en muy poco tiempo nos lleva al Barrio del Castillo.
El río Tejo, las montañas que envuelven al pueblo, las verdes praderas y sus frondosos árboles, y sus casas colocadas con gran imaginación, hacen de este rincón un lugar inolvidable.
Desde aquí podemos ver la senda de la Canal del Tejo por donde luego bajaremos, si el tiempo lo permite, hacia Poncebos.
Nos sentamos a la entrada de una de las casas, de cara al fuerte sol de la mañana, y envueltos en el profundo silencio de este lugar, intentamos imaginar cómo sería la vida de sus habitantes en otros tiempos.
Hace hambre y volvemos a la parte baja del pueblo, donde en la terraza del Bar “Casa Rafa”, junto al río, nos comemos unos bocatas impresionantes.
Mientras hablamos amigablemente con Rafa, buen conocedor de la zona, y acabamos de comer, las nubes van tapando el sol y comienzan a caer poco a poco unas gotitas, presagio de lo que se avecina.
Dejamos la charla, nos despedimos de Rafa y poniéndonos nuestras mochilas y chubasqueros, y a pesar de la lluvia, que cada vez cae con más fuerza, decidimos bajar por la Canal del Tejo, para saborear aún más si cabe el espíritu de estas montañas.
Desde Bulnes, un marcado camino que se inicia a la izquierda cuando cruzamos el puente del Rio Tejo, nos permite descender por la margen derecha del río hasta Poncebos, en unas 2 horas, y salvando un desnivel de unos 500 metros.
Nos ponemos manos a la obra y comenzamos a descender, dejando al poco tiempo a nuestra derecha la entrada al Funicular, y continuando pegados al río y mojándonos copiosamente por la lluvia, vamos dejando atrás este magnífico pueblo de los Picos de Europa.
La senda, las montañas, el río; en fin todo, es espectacular.
La lluvia nos ha empapado de lo lindo, y la temperatura ha bajado considerablemente. Por lo que nos damos prisita y bajamos más rápidamente si cabe, a pesar de algún que otro resbalón.
La senda es una gozada, y apoyados por nuestros bastones, la vamos salvando perfectamente.
Cruzamos el Puente del Jardu, y al poco llegamos al Puente de la Jaya, sobre el río Cares, que al atravesarlo nos deposita en la carretera que hacia nuestra derecha y cruzando Poncebos, nos llevará directamente al aparcamiento.
Nos ha encantado Bulnes, su entorno y sus gentes, por lo que seguro que volveremos muy pronto. Bulnes, es un pueblo para repetir.
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