Siguiendo con el hábito de aprovechar los fines de semana, especialmente los domingos, para hacer excursiones por la Comunidad Valenciana, con visitas a lugares no demasiado ajejados de Valencia y evitando recorridos de más de 250 kilómetros entre la ida y la vuelta, hoy mismo, domingo 15 de febrero, embarqué en el coche a mi “sufrida” esposa (por aquello de que soporta y admite de buen grado todos mis proyectos de mini-viajes), y aunque llovía en Valencia, un vistazo a la predicción del tiempo me previno que en cuanto salieramos de la influencia de los vientos marinos y nos adentraramos en la montaña, la lluvia desaparecería.

Así, nos dirigimos por la A-7, en dirección Alicante/Albacete, y desviamos en la salida a Estubeny/Enguera, paraje en el que ya cesó la lluvia, de forma que pudimos pasar por Anna y visitar su albufera, un cuidado paraje en el que una lagunita con patos y ocas e instalaciones para meriendas, más dos restaurantes aparentemente cerrados, invita a volver cuando el clima (primavera/verano) invite más al goce del aire libre.
Desde Anna, tomando la CV-580, se accede a Chella, población interesante aunque falta de adecuada información sobre establecimientos turísticos, que cuenta con una casa rural situada en un bonito mirador sobre el río Bolbaite, en el que hay una garganta también visitable, desde cuyo pueblo sigue la carreterita –en buenas condiciones—hasta Bolbaite y Navarrés.

No quise entrar en ninguna de estas dos poblaciones, que ya conozco desde hace años, relegándolas para una visita en tiempo próximo, con tal de progresar más hacia el norte.

Y así, tras una buena cantidad de curvas que denotaban el acceso a más altas cotas, en pleno macizo del Caroig, llegamos a Quesa, población que precisamente ese día 15 de febrero celebraba una fiesta sobre la acogida por una familia a otras más necesitadas, aunque la dificultad de aparcamiento nos obligó a no detenernos especialmente --¿por qué las poblaciones en fiestas no acondicionan y señalizan los especiales lugares para aparcamiento de visitantes?—y seguimos hacia Bicorp, llegando después de unas buenas subidas y bajadas y bastantes curvas a la población de Millares.
Recuerdo que estuve en Millares hace más de veinte años y me pareció un poco más lejos que el fin del mundo, porque la carretera en aquel entonces –yendo desde Valencia por Buñol y Dos Aguas, que hoy es el itinerario recomendado— era realmente mala y difícil. Fui con mi buen amigo Alberto Sáez Sáez, natural de MIllares, que a la sazón regentaba el “Mesón El Cardenal” de Valencia, en el que se comía, según hacía gala su dueño, y era cierto, el mejor cordero al horno de toda Valencia, porque era de Millares.

Pero ahora la villa de Millares es otra cosa: calles en la falda de la montaña bien asfaltadas y limpias, con maceteros en las aceras y puertas de las casas y un olor/sabor a leña quemada que invita a rememorar tiempos y vivencias rústicos. Una villa con encanto.
En los reclamos genéricos de la población se especifica que hay un hotel (señal H) y una casa rural (CR), pero cualquier información concreta nos resultó ausente, aunque la buscamos, y solamente vimos en la un Mesón , más bien un bar, en la ronda de circunvalación (llamada de los Hermanos Sáez Merino), bastante sencillito, que ofrecía para comer una sopa y carne.

Paseando por las empinadas callejas del pueblo encontramos un muchacho a quien preguntamos, por pura rutina, dónde se podía comer, y nos dijo que “en el Albergue, en la carretera, en dirección a Bicorp, en el alto que marcan unos pinos”.
Sin ninguna confianza en hallarlo, y menos abierto, hacía allí nos dirigimos (apenas 500 metros desde la salida del pueblo) y comprobamos que había en la desviación o entrada hacia él una señal de “albergue rural”.
Nuestra sorpresa fue al llegar junto a su puerta principal, en una replaza con pinos y una interesante vista sobre el pueblo y los cortados montañosos, y hallar una puerta abierta.

No solamente la puerta se hallaba abierta, sino que franqueaba el acceso a un patio en el que se hallabaun panel facilitaba bastante información, con oferta de diferentes menús, para las cenas, los almuerzos, el domingo, etcétera, a precios sugestivos y con platos interesantes.
Al progresar hacia el interior nos atendió muy amablemente Nathalie, la esposa de Jesús, ambos “gerentes” de este “Albergue municipal” (¿realmente es del municipio?) quien nos informó con simpatía que podía darnos de comer el menú del domingo que estaba anunciado, aunque con alguna variación en el plato principal.
Nos sedujo la amabilidad de la anfitriona y pasamos al comedor, tan sencillo como bien dispuesto en sus mesas, y se nos dijo que el menú del domingo se componía de unos entrantes, como “hojaldres de verduras”, surtido de embutidos minis, caracoles y ensalada, aunque el plato principal “paella de la montaña” no podrían servírnoslo porque ya estaba agotado con los comensales que se nos habían adelantado (unas diez personas) de manera que nos ofrecieron unas chuletas de cordero, que aceptamos de buen grado. Vino aparte.

El servicio en la comida fue agradable, porque la “dueña”, Nathalie, se esmeró en él y comimos con gusto, aunque echamos de menos un poquito más de atención en cuanto al estado de la comida, pues, por ejemplo, las chuletas “tiraban” a frías y no se entendía por qué no se habían elaborado a la brasa.
Pero, pese a todo, el coste final de 14 Euros por persona, vino y copas aparte, nos pareció proporcionado.
Nos gustó el establecimiento, que nos dejó el ansia de regresar –pero por la ruta desde Buñol y Dos Aguas, más corta y más cómoda— especialmente cuando supimos de precios y habitaciones.
Sugiero al lector acceda al web site www.siguelashuellas.com, aunque echará de menos la información sobre precios, que detallo para su conocimiento:

Alojamiento, 23 € en temporada alta y 20 € en temporada baja.

Alojamiento+desayuno, 25’50€ en temporada alta y 22’17 € en temporada baja.

Media pensión, 33 € en alta y 28’70 en baja.

Pensión completa, 40’50 en alta y 35’22 en baja.

Los precios son por persona.

¡OJO! Especial advertencia: La temporada alta se considera todos los fines de semana del año (Lo que no entiendo… ¡Como si estuviera lleno en esas fechas!)
Y más detalles: No se puede pagar con tarjeta de crédito, ni hay cajero automático en el pueblo.

Pese a todo, se trata de una posibilidad interesante y recomiendo una visita al pueblo y al albergue.
Con un consejo; Mejor anticipar una reserva vía telefónica, porque el camino está lleno de curvas y la decepción si hubiere algún problema, sería grande.
¡Ah! Y mis saludos a Nathalie y Jesús, invitándoles a superarse, a corregir pequeños defectos y a participar en este tipo de web sites.

Sobre el Macizo del Caroig puede conocerse en el siguiente link: http://www.caroig.com/
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA