Viajero desde
13/06/2007
Nick: ROPAVIEJA |
Viajar es despegarte de tu mundo por un tiempo.
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Escribe el relato: Juan José Maicas Lamana
GR 11
Poco a poco había ido dejando atrás las tierras llanas, muy escasas en vegetación. Ponía mis sentidos al máximo y me apretaba los cordones de las botas. El objetivo a alcanzar estaba a decenas de kilómetros. Un lugar al lado del Mediterráneo: Port de la Selva, en la provincia de Gerona. Mi aventura comenzaba en las llanuras de Senarta en Benasque. Intentaba huir de los viajes programados por computadoras. Este viaje o marcha, me ocupó mucho tiempo en su planificación, trabajando sobre mapas y otras publicaciones; sin olvidarnos de la logística. El material que debía portar no podía ser muy excesivo, pues habría de llevarlo todo sobre mi espalda. Esta parte de la Senda Pirenaica (GR 11), no es precisamente la más dura, atraviesa sobretodo el Pirineo catalán, y es bastante más suave en su orografía que el aragonés. No recuerdo los kilómetros que recorrí, nunca he prestado demasiada atención a este dato, siempre escuché que en la montaña juegan otros factores mucho más importantes que las distancias kilométricas, por ejemplo la altitud. Si que recuerdo los días que viví entre esos paisajes: fueron quince, y no todas las noches conseguí llegar a algún refugio para pernoctar, por lo que tuve que vivaquear alguna que otra vez bajo el manto de estrellas, al refugio de una roca.
Cuando preparaba este viaje, muchas veces me preguntaba el por qué de todo esto. Qué era lo que me había empujado a tomar esta decisión. Pienso que no existía un motivo principal, sino más bien un cúmulo de circunstancias que se habían desarrollado entorno a mi vida en esa época. Desde la necesidad de descubrirme por dentro en una crisis anímica, hasta algo tan simple como demostrarme a mí mismo de lo que era capaz; o simplemente se trataba de combatir, mitigar el tedio. Cualquiera que haya protagonizado un proyecto similar, habrá vivido situaciones, a veces extremas, que debes superar porque no hay otra salida; son momentos que te endurecen, te abres y planeas sobre tu interior como un gran pájaro. Cuando superas un obstáculo difícil que te ha dejado la boca seca y te has humedecido con un sudor frío en medio de la angustia, te invade una euforia inenarrable, para pasar después a un relajamiento que te transporta hacia una fuerte sensación de felicidad; como si alguien te hubiera inyectado una potente droga.
Esta larga caminata por senderos, bosques, ibones y barrancos me produjo bastante cansancio y unas duraderas agujetas, pero también saqué varias conclusiones: una de ellas, es que la belleza de estas tierras es escasamente valorada por sus moradores. Suelen ser personas foráneas las que hacen apología de estos paisajes. Aunque a la hora de saquear y especular no hay distinciones. Los valles del Pirineo no se han librado de estas alimañas. La desertización, la superpoblación y el abandono de cientos de pueblos, son plagas que han hecho mucho daño. También las talas masivas, los incendios forestales y los rallys ilegales.
Aún así he de reconocer que al término de mi última etapa quedé esperanzado. Siempre queda algún resquicio donde agarrarse. En uno de los atardeceres, me encontraba descansando sobre la hierba: un quebrantahuesos planeaba justo encima de mí, entonces me acordé de unas frases que escribió Francisco Umbral, “El cielo nos contempla por los ojos de acero y sangre de ese último quebrantahuesos fiel a una península de locos. Que no se nos muera. Que no se diga
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