Viajero desde
13/06/2007
Nick: ROPAVIEJA |
Viajar es despegarte de tu mundo por un tiempo.
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Escribe el relato: Juan José Maicas Lamana
No es usual relatar las vivencias negativas de un viaje, porque siempre buscamos lo mejor y lo más bello de éste. Pero a veces sucede, a mí me pasa, que la acumulación de experiencias injustas y deprimentes, propias de un mundo desigual, me empuja a gritar con todas mis fuerzas, lo visto y lo vivido; para desalojar del cuerpo y de la mente los flujos y humores que de otro modo, quizá hace tiempo me hubieran ya aniquilado.
Si pasamos de puntillas por estos indómitos paisajes urbanos, que no humanos, evitamos así contaminarnos de tanta crueldad. Pero no es este mi caso; lo siento. Así que... aquí queda este mal sueño, tan real como la vida misma. Y, ante el cual me insubordino.
Acabo de aterrizar en Johannesburgo. El taxi que me traslada desde el aeropuerto va internándose en un mundo tan distinto, tan desconocido. La ciudad me va engullendo poco a poco, me siento abrumado; pero mantengo abiertos mis ojos, lo que estoy viendo no es precisamente novedoso para mí. Pero nunca se me había mostrado de forma tan clara, tan cruel. Desmedida pobreza. Las calles de ésta insegura y anárquica urbe, se convierten en escenario de lo que nunca debió ser: Jóvenes pandilleros de mirada perdida y ademanes agresivos, con códigos de conducta anormales, cautivos de su oscura existencia, de rostros deformados por una luz negra. Mirando sin ver, anestesiados por el hedor de las cloacas cercanas. En el umbral de las puertas del infierno.
Grupos de hombres y mujeres de mirada huidiza, violenta; ocupan las esquinas como si de lobos dominantes se tratara, bajo la tenue luz de los escaparates enrejados. En sus moradas nacen sucios arroyos; en sus senderos no osa entrar nadie extraño. Kilómetros de miseria, violaciones y agresiones. Muy cerca se encuentra Sowetto, origen de la rebelión negra contra el Apartheid. Jornadas luminosas hoy casi olvidadas por todos.
Tenso, en alerta y con el ánimo quebrantado, huyo como cualquier cobarde. Mis señales de supervivencia se han encendido. En mi habitación el aire está muerto. Intento dormir a pesar del zumbido de los mosquitos. ¿Conseguiré conciliar esta noche el sueño? Volverán a sentarse los fantasmas a los pies de mi cama.
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