Durante 8 días de septiembre del 2006 recorrimos lo que creemos las regiones más significativas de Bulgaria:  la región de Rila, las montañas de Rodopi, las costas del mar Negro, las montañas Stara, las zonas del Danubio próximas a Vidin y Kozlodoui y por supuesto Sofia.
Se trata de nuestra segunda visita a Europa del Este, tras visitar Rumania el año pasado, Bulgaria se nos presento como una prolongación de las experiencias y paisaje vivido con anterioridad.

Estamos ante un país con un pasado comunista muy próximo y a nuestro juicio mucho más evidente en cuanto a sus símbolos, arquitecturas e infraestructuras que su vecina Rumania, precisamente y junto al paisaje natural y rural, este fue el encanto que nos ha invitado a viajar por esta región de Europa.

La mejor forma de conocer Bulgaria es alquilar un vehículo, que en temporada alta, pude llegar a ser difícil por la baja oferta si no se reserva antes. Las compañías de alquiler locales son mucho más económicas que las internaciones y bajo nuestra experiencia son de sobrada profesionalidad y confianza. Las carreteras se encuentran en un razonable buen estado, incluso en zonas de montaña, y actualmente se encuentran en un intensivo proceso de mantenimiento. En todas las ciudades por las que circulamos salvo Sofía, el tráfico no era muy denso, poseen grandes avenidas y periféricos que facilitan bastante la orientación. Casi toda la señalización vial referente a topónimos y direcciones están en  caracteres latinos, aunque se puede encontrar  zonas que las indicaciones están únicamente en cirílico, lo cual no esta demás familiarizarse con la interpretación de ciertos caracteres.

Por requisitos de nuestras vacaciones viajamos a finales de septiembre, lo que fue un gran acierto, por la ausencia de turistas, disponibilidad de hoteles e incluso la proximidad del otoño y los cielos nublados que nos acompañaron parte del viaje enriqueció en cierta medida la atmósfera.

Bulgaria no defraudará al viajero entusiasmado por la arquitectura de corte sobrio y contructivista de este tipo de regimenes. Cada pueblo o ciudad por pequeña que sea posee un buen número de edificios, construcciones, plazas, avenidas, grandes murales, mosaicos o esculturas  que en un mayor o menor estado de conservación nos aseguran un paisaje urbano sobradamente atractivo y  de calidad artística. Desgraciadamente unas ciertas ansias por olvidar o esconder  cierta época histórica, están dejando en el abandono o remodelando este tipo de arquitecturas y paisajes, en favor de ofrecer una imagen más próxima al mundo capitalista.

De forma similar la naturaleza cobra una especial relevancia y presencia  a lo largo de todo el viaje. Las montañas Rodopi poseen densos bosques de coníferas interrumpidos por grandes lagos en los cuales podemos encontrar desde un parador turístico a una pequeña aldea de madereros. Desgraciadamente el centro de las Rodopi se encuentra en un proceso de promoción turística imparable y devastadora,  que ha sustituido grandes masas de bosque por “resorts” de invierno y bungalows para el  verano, ambos inspirados en las arquitecturas de montaña de los Alpes suizos. Aun así podemos disfrutar con facilidad de pequeñas aldeas de arquitecturas tradicionales en muy buen estado de conservación y de interminables carreteras que recorren los valles entre interminables masas forestales.

Las montañas de Stara, pertenecientes a la cordillera de los Balcanes ofrecen un paisaje ligeramente menos impresionante que las Rodopi, lo cual las ha mantenido lejos de la masificación turística,  pero aun así es recomendable su visita, además de constituir un paso obligado si nos desplazamos hasta el Danubio desde el centro del pais.

Las costas del mar Negro constituirán el paraíso de todo “guiri” que busque el sol, grandes resorts, playas de agua cálida y tiendas de souvenirs. Gran parte de los pueblos de la costa se encuentran en pleno auge inmobiliario de grandes hoteles y bloques de apartamentos, lo cual ha dejado en venta gran parte del suelo a inversores “de la otra Europa” y destruido completamente el paisaje. Los pueblos con cierto valor arquitectónico por sus edificaciones de madera como Nessebar, o en menor medida Sozopol se han convertido en una especie de mercadillos del souvenir y la ropa de imitación para el turista. Solo Varna y Balchik que aunque poseen un cierto turismo poseen todavía unos paisajes urbanos muy atractivos y poco contaminados por la oferta turística, sobretodo si las visitamos fuera de la época estival.

Los búlgaros son personas con un cierto carácter introvertido que se ve acentuado por las barreras del idioma, lo cual en gran medida dificulta la comunicación fluida, aun así en ningún caso esto presenta un problema a la hora de reservar un habitación, pedir una comida, repostar en una gasolinera o incluso pedir ayuda para cambiar una rueda...etc. Las situaciones mas básicas que se nos pueden  presentar durante un viaje se pueden resolver fácilmente con ciertas palabras en ingles, alemán o italiano, algunos gestos y algo de espontaneidad, que de seguro servirá para romper el hielo y arrancar algunas carcajadas  mutuas.  Aun así no es excepcional encontrarnos con personas con un cierto nivel de ingles e incluso de español.
Frente a casi cualquier compra  los precios suelen estar bien reflejados e incluso es habitual que se expidan  pequeños tickets por casi cualquier cosa que se pida. Los costes de los hoteles, por convención, son del orden del doble o triple de lo que le costaría aun búlgaro aun así son muy asequibles a las economías de los viajeros, sin embargo comidas, bebidas y objetos de primera necesidad son muy económicos y no se ven grabados en ningún momento por el hecho de ser turistas.

En la zona del Danubio destacamos la ciudad de Vidin, por su belleza y tranquilidad a orillas del rio. A ella es recomendable acercase desde Pleven igualmente atractiva, para poder disfrutar de las llanuras que rodean al Danubio, salpicadas por pequeños pueblos, que nos muestran en cierta medida,  la Bulgaria mas deprimida y castigada por caprichos del clima y las crisis económicas.

Sofía es una ciudad moderna, cosmopolita con un centro histórico particularmente cuidado donde abundan las tiendas de moda, deportes, cafeterías y pequeños negocios de comida rápida. En un espacio geográfico no muy extenso podemos disfrutar de gran número de ruinas, monumentos, edificios religiosos y grandes edificios de corte neoclásico. A menos que nos movamos en la periferia de la ciudad constituida por barrios de pequeños bloques de apartamentos relativamente deprimidos, Sofía es una ciudad muy tranquila y amigable, por la que dar grandes paseos con total seguridad disfrutando de sus restaurantes y cafeterías.

Bulgaria es uno de esos países donde el viajero puede aun sentirse explorador.