Este viaje vale la pena hacerlo alguna vez como lo hice yo, ya no tanto por descubrir que Toledo es precioso, si no por lo relajado del viaje.

Salimos de Valencia  a las 8 de la mañana y el viaje hasta Madrid, se paso rápido, contemplando el sereno  paisaje  entre pueblos y molinos de viento, a las 12 llegamos y como faltaba una hora, para la salida del AVE que va directo de Madrid a Toledo, decidímos dar un paseo por las inmediaciones de  la estación y deleitarnos tomando un café, en al jardín que hay dentro de la estación de Atocha.

A las 13 horas, cogimos el AVE. y en 30 minutos estábamos en Toledo. De la estación al hotel fuimos andando, pues la verdad queríamos empezar ya a disfrutar de esta ciudad, nos costó 15 minutos llegar al centro de Toledo .

El hotel en el que nos alojamos, estaba  practicamente en el centro y muy cerca del casco antiguo, junto a la Puerta de La Bisagra, que es una de las entradas que tiene la muralla que rodea al casco antiguo.
 
Toledo es impresionante, en cada esquina aparece un edificio monumental; la impresionante Catedral, el Palacio Arzobispal, el Monasterio de San Juan de los Reyes, con su precioso claustro, y sus muchos conventos e iglesias. 

Fueron dos días agotadores, creo que no nos quedó nada por visitar, cuando digo nada por visitar, me refiero también a sus tabernas y restaurantes.....y por supuesto no faltó una visita obligada a sus pastelerías, a comprar sus famosos Mazapanes.
 
Fueros unos días intensos, en ocasiones tenia la sensación que de un momento a otro acabarían saliendo, por alguna de sus esquinas, dos espadachines batiéndose en duelo con sus espadas (eso sí, espadas de Toledo, como no).

Si alguna vez se quiere hacer un viaje, sin el cansancio de  conducir, la verdad vale la pena hacer un viaje en tren como este.