Hemos crecido, y como si de un acto masoquista se tratase, vamos al cine o alquilamos películas de miedo para intentar sentir, posiblemente, lo que sentíamos cuando éramos críos. 

¿Nos gusta sentir miedo o terror?, o simplemente nos gusta jugar con estas sensaciones porque nos sentimos seguros, bien en la butaca de un cine, rodeados de personas, o en casa con los amigos o la familia.

En la actualidad, multitud de Agencias, te programan viajes, para visitar en teoría “lugares de miedo”, así como otros tantos, hoteles y casas rurales, que te organizan todo el fin de semana, para que sufras con tus amigos o con tu pareja.

De verdad piensas, que sentirías miedo en esos lugares. Claro que no, pero te lo pasarías muy bien, lo sabemos. Y aunque no estamos en contra de los viajes organizados, porque algunos están muy bien, queremos dar un paso más y buscar en ésta clase de viajes, aventuras y nuevas sensaciones.

       

¿Viajaríamos a Salem, (Massachusetts) para ver a sus brujas, rodeados de miles de personas, durante el Festival de Halloween?

¿Iríamos a Transilvania, Rumanía, a visitar el Castillo de Bran y recorrer sus sombríos y tétricos pasillos detrás del guía,  junto a un montón de turistas que viajan en nuestro autobús, por si vemos a Drácula?

¿Vamos a Edimburgo, Escocia, y con una visita guiada por dentro de un Castillo, buscamos fantasmas? ¡Huy que miedo!

Y como estos ejemplos, hay mil más, pero claro, nosotros queremos sentir otras sensaciones, y si buscamos pasar miedo, por el motivo que sea, tendremos que buscar lugares distintos a los que ir.

Habéis pensado en ir a las tierras altas de Escocia, al Lago Ness, y acampar solos junto a él, y por la noche cuando la niebla desembarque en la orilla, donde estáis vosotros, adentraros en el lago con una pequeña embarcación, para ver si veis al monstruo. Podría resultar muy interesante. 

No creemos que os aterroricéis, cuando en mitad del lago oigáis un  chapoteo y no veáis nada alrededor, ni cuando una alta y siniestra sombra os tape, por unos segundos,  la visión de la Luna. Seguro que no sentiréis miedo, seguro... 

      

O iremos a Zugarramurdi, en Navarra, y amparados por la noche, buscaremos a las brujas que hacían los aquelarres, en el Prado del Cabrón. Dicen que, al amanecer, aún se pueden oír sus gritos.

Si las oís y tenéis miedo, os podéis esconder en la Cueva que está muy cerca de allí. Aunque si seguís oyendo los gritos, no preocuparos, son las mujeres que fueron quemadas en la hoguera en 1610, acusadas de brujería, por la Santa Inquisición. No creo que os echen la culpa a vosotros. ¿O tal vez sí? ¿Os atrevéis?

       

También podemos visitar el Panteón de Belén, en Guadalajara (México), a ser posible en la noche del Día de los Muertos. ¿Saldrá el vampiro de su tumba, justamente la noche en la que nosotros visitamos el cementerio?

       

O en su defecto, la Laguna Roja, en la localidad de Carmiña, cerca de la ciudad de Iquique (Chile), teniendo mucho cuidado y no yendo solo. Ya han desaparecido demasiadas personas, de forma muy misteriosa, y es conveniente estar preparado. No queremos ser uno más, de los desaparecidos.  

También podemos ir a uno de esos tantos pueblos abandonados, que existen en nuestro país. Acamparemos en la Plaza y cuando anochezca, pasearemos por sus oscuras calles, visitando sus casas derruidas y su Iglesia. Más tarde visitaremos el cementerio, y presentaremos nuestros respetos a los allí enterrados. Esperemos que ellos, no nos lo presenten a nosotros. 

No creemos que os asusten los golpeteos, de las desvencijadas ventanas, movidas por el fuerte viento. Ni los ladridos lejanos de lobos o perros salvajes. Ni que gritéis, cuando os guarezcáis de la lluvia, por la fuerte tormenta, en la puerta de la Iglesia y sintáis una fría mano que se apoya en vuestro hombro por detrás. 

Elegir un pueblo y vivir vuestra aventura, si de verdad buscáis sentir nuevas sensaciones, no os arrepentiréis.

         

Salgamos de los convencionalismos, y seamos nosotros los que organicemos, alguna vez que otra, ese viaje que nos hará sentirnos vivos de verdad. Y que nuestra mente, igual que cuando éramos niños, nos guíe por donde ella quiera, y nos haga sentir lo que piense que nos hace más falta, miedo, terror, angustia o desesperación.

Nada más, tened cuidado y buen viaje.