La cueva está formada por dos cavidades visitables: la primera, dedicada íntegramente al Paleolítico, y la segunda al Neolítico y a la formación geológica.

Diversos audiovisuales y maquetas didácticas ayudan a asimilar los diferentes conceptos de la prehistoria y la geología, pensados para el público en general y, en especial, para el sector de la enseñanza. Diferentes talleres de prehistoria y excavaciones arqueológicas están al alcance de los escolares. Y un recorrido de aventura adentra a los visitantes más atrevidos por el cauce del río subterráneo y sus galerías.

EL FENÓMENO CÁRSTICO
La entrada a la cueva se encuentra en el sector norte de la población de l'Espluga de Francolí (Conca de Barberà), a unos 50 m. del nacimiento del río Francolí y de la llamada Font Major, de donde proviene su nombre, en la provincia de Tarragona.

Fue descubierta el año 1853, casualmente debido a la perforación de un pozo dentro del núcleo urbano. Pero no fue redescubierta para el mundo científico hasta el 1956.

El agua de lluvia, que desde tiempos remotos ha caído en la vertiente septentrional de las montañas de Prades, se ha precipitado hacia el llano de la Conca de Barberà formado un conjunto de barrancos que reúnen las precipitaciones de unos 37 km2.

Buena parte de esta agua confluye en un extenso encinar de suelo arenoso situado a unos 5 km. de l'Espluga. Debido a la gran capacidad de filtración de estos terrenos, las aguas que circulan llegan a filtrarse por completo bajo tierra.

Bajo estos terrenos yacen grandes franjas de conglomerados carbonatados terciarios (oligoceno Inferior 38-21 millones de años).

Estas rocas, que enterradas se prolongan hasta llegar a la Font Major de l'Espluga, donde afloran al exterior, son disueltas por la acción del agua carbónica, que ensancha las grietas formando galerías y conductos intercomunicados que en los últimos tramos forman la Cueva de la Font Major.

La cueva atraviesa buena parte del núcleo urbano de l'Espluga. Hay unos primeros 400 m. de recorrido seco, a partir de los cuales aparece un río subterráneo que, proveniente de amplias galerías se adentra, por un conjunto de diaclasas o grietas hasta salir al exterior por la Font Major.

Después de 465 m. de río subterráneo se encuentra el primer sifón, en la Sala del Pozo de la Biela, galería de unos 8 m. de altura. A partir del sifón, las exploraciones realizadas hasta el año 1990 han otorgado a la cueva una longitud de 3.590 m. de galerías.

En consecuencia, por su longitud, se convierte en una de la cuevas más largas del mundo formadas en conglomerados.

LA HUELLA DEL SER HUMANO
En el Paleolítico Inferior la cueva fue utilizada temporalmente por el hombre cazador-recolector en sus estancias por estos lugares. Restos de fauna (rinoceronte, hiena, ciervo, caballo ...) e industria lítica han puesto de manifiesto su ocupación por el ser humano desde el Paleolítico.

Durante el Neolítico Antiguo (4.600 años a. de C.) el ser humano, que justo acababa de aprender a cultivar la tierra y a domesticar algunos animales, convirtió el vestíbulo de la cueva en su morada permanente.

Aquí practicó la talla del sílex, buena parte del cual era destinado a la construcción de hoces para segar los cereales.

Fabricó las primeras cerámicas conocidas con el nombre de cerámica cardial. Inició el cultivo de los campos cercanos, así como la ganadería. Y continuó cazando por los parajes del entorno.

En la Sala de la Mamella se encontró un importante escondrijo de objetos de bronce, constituido por dos alfileres discoidales finamente trabajados, una espada, un hacha de cantos y un puñal de lenglieta. El conjunto puede datarse en el 850-800 a. de C.

En el periodo Íbero, lo más profundo de la cavidad se convirtió en un lugar de culto y enterramiento, con rituales de ofrendas. En la Sala del Lago, a 425 m. de la entrada, cerca del río subterráneo, apareció un rico yacimiento de cerámica íbera de tosca factura (450-400 a. de C.).

En el periodo Íbero romano los sedimentos, depositados poco a poco por las aguas en la entrada de la la cavidad, irán aumentando con el tiempo hasta taparla, con lo cual el vestíbulo resultará un lugar inhabitable. Así mismo entre estos sedimentos aparecieron restos de cerámica de finas paredes: kalathos, cubiletes, jarritas bitroncocónicas, pequeñas ánforas... pertenecientes a los siglos ll-I a. de C.

VISITA DE AVENTURA
Para los visitantes más atrevidos, y con reserva previa, la visita puede continuar más allá del Museo: hacia el interior de las galerías más insólitas y sorprendentes remontando el río subterráneo que, cuando sale al exterior por la Font Major, recibe el nombre de Francolí.

Equipados con un traje de neopreno y una lámpara de carburo, los visitantes se introducen, acompañados siempre por guías especializados, por la parte más obscura y húmeda de la cavidad hasta llegar a la Sala del Pozo de la Biela, dónde se encuentra el primer sifón, infranqueable sin respiración autónoma.

Durante el recorrido los visitantes conocerán aspectos como:
· La formación de la cavidad subterránea.
· Los pozos que permitieron su descubrimiento.
· El circuito del agua y la trayectoria del río.
· Las diaclasas y el proceso de filtración del agua.
· La galería del lago, lugar de culto y enterramiento íbero.

L´Espluga de Francolí os dará siempre la bienvenida. Dejaros guiar por sus atractivos y por su gente, os gustará.

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