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    RUTAS POR LOS PICOS DE EUROPA

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Los Picos de Europa son una fortaleza de montaña caliza que compone perfiles grandiosos. Se trata de cumbres peladas, erguidas, en muchos casos por encima de los 2.500 metros, sobre un gigantesco bosque de hoja caduca y una valle profundísimo donde los caseríos son apenas mínimos y rojizos trazos intermitentes.

Ruta del Cares-Bulnes

Día 14 Castellón – Arenas de Cabrales
Nos levantamos temprano porque primero teníamos que pasar por la universidad ya que acabábamos de hacer los exámenes de Junio y teníamos alguna que otra revisión de examen; entre unas cosas y otras salimos sobre las 12:00 de Castellón rumbo a Arenas de Cabrales que era donde dormiríamos esa noche; fue un largo viaje en coche, mas o menos nos costó llegar unas diez horas y terminamos bastante cansados de tanto coche, se nos terminaron hasta los temas de conversación, además íbamos algo “apretujados”.

Cuando llegamos al camping ya era casi medianoche pero por suerte el encargado estaba por allí y nos atendió amablemente, montamos corriendo la tienda y ya con las luces del camping apagadas cenamos algo y nos fuimos a dormir.

       Ruta del Cares

Día 15 Poncebos – Ruta del río Cares – Cordiñales (850 m)
Todavía no había terminado de clarear cuando salimos de la tienda, desayunamos, nos dimos una ducha y recogimos todo para ir en coche hasta Poncebos (allí lo dejaríamos hasta que termináramos la travesía ), después de que Santi le diera unas cuantas vueltas al coche y comprobara que estaba bien cerrado, finalmente nos cargamos la mochila a la espalda, había llegado el momento, el tiempo no era malo y comenzamos a caminar, anduvimos durante todo el día por la Ruta del Cares, un recorrido de doce kilómetros, desde Poncebos hasta Caín, a través de puentes, túneles y caminos paralelos al cauce del río, es un paisaje donde predomina mucho la roca desnuda pero a pesar de ello sorprende la gran cantidad de encinas que crecían en aquellas paredes verticales.

La ruta comienza con una empinada pero corta subida junto al río hasta los Collaos, aquí comenzamos a descender hasta llegar a la senda tallada en la roca, a partir de aquí el camino era prácticamente llano por lo que salvo un calor insoportable no ofreció dificultad alguna, después llegamos a un paso de gran altura sobre el río que es el puente de Bolín y mas tarde por el puente de los Rebecos se vuelve a pasar al otro lado del río, ya llegando casi al final del recorrido pasamos por unos túneles excavados en la roca los cuales tienen unos agujeros desde donde pueden verse las cristalinas aguas del río Cares y finalmente llegamos a Caín donde paramos para comer.

Como hacía mucho sol y teníamos calor nos pusimos debajo del puente y comimos con los pies dentro del río, cosa que no podíamos mantener mucho  rato porque el agua estaba muy fría; una vez hubimos descansado continuamos la marcha pasando junto al Chorco de los Lobos donde  nuevamente hicimos una parada para refugiarnos del intenso sol que nos golpeaba al mediodía, finalmente con tranquilidad llegamos a Cordiñales sobre las cinco de la tarde y nos quedamos debajo de un árbol descansando, no sin antes hablar con la chica del bar que muy amable nos ofreció un pequeño terreno que tenía junto al pueblo para que pudiéramos pasar la noche.

   Refugio Diego Mella   

Día 16 Cordiñales – Refugio Diego Mella (2.064m)
Tras una corta noche de descanso, partiendo unas horas después del  amanecer continuamos nuestro camino, atravesando una pequeña montaña y siguiendo los hitos llegamos a una zona verde formada por robles, castaños y matorral bajo como helechos y tojos en la que el sendero se empinaba, perfecta excusa para detenerse un instante y contemplar las maravillas de ese pequeño bosque, subiendo por éste sendero alcanzamos un llano en el circo que forman las montañas de alrededor en el que paramos a  almorzar, en el llano giramos a la izquierda y tuvimos que trepar por/foto/11/thumb/picos_de_europa- una pedrera sobre la que era algo difícil caminar ya que aparte de tener una pendiente bastante pronunciada prácticamente todas las piedras estaban  sueltas, parecía que fuesen los restos de un desprendimiento de las montañas entre las que pasamos, al principio las paradas para respirar eran tímidas ya que a nadie le gusta mostrar su debilidad y cansancio pero luego cada uno iba a su ritmo, sin prisa pero sin pausa. En una ocasión dudamos si íbamos por el camino correcto porque la senda desaparecía , así que Santi se separó de nosotros y se unió a un chico que nos había adelantado hacía un rato, nosotros tres continuamos buscando la senda, la encontramos, y al cabo de una hora mas o menos nos encontramos nuevamente con Santi.

Más tarde llegamos a unos canalizos por donde debíamos apoyar las manos en algunos tramos donde la dificultad era algo elevada, la panorámica que se podía observar era espléndida, una verdadera obra de arte que pocos tienen la suerte de contemplar; mas tarde encontramos un pequeño riachuelo donde pudimos refrescarnos un poco del calor, era un placer poder sentarse un  rato, y por fin llegamos al Refugio Diego Mella, situado en el Collado Jermoso donde sólo se puede acceder caminando o en helicóptero y allí nos dimos una merecida comida.

A pesar del cansancio la vista merecía la pena, desde aquellas alturas  todo se ve distinto, pudimos admirar unos atardeceres y unos amaneceres impresionantes, al contemplar aquel espectáculo comprendes que no importa cuan duro ha sido el camino si aquel es el premio que se te ofrece.

Esa misma noche tuvimos mal tiempo, algo de agua y mucho viento, pero por la mañana amaneció despejado, de hecho hizo mucho calor durante todo el día, justo el que nos tomamos de descanso antes de continuar, y fue un descanso en toda regla porque no hicimos prácticamente nada en todo el día.

Día 18 Refugio Diego Mella – Refugio Cabaña Verónica – Refugio Hotel Odriezola de Áliva
Después de haber descansado todo un día comenzamos a caminar con mucho ánimo, la senda salía al lado del refugio, pero antes de partir llenamos bien nuestras cantimploras ya que teníamos previsto que no encontraríamos agua durante todo el día, el camino ya comenzaba con una senda pedregosa y empinada por la que teníamos que andar con mucho cuidado ya que a nuestra derecha casi bajo nuestros pies nos encontrábamos con una pendiente de piedras totalmente sueltas, empezamos fuertes y rápidos, aunque a medida que ganábamos metros el paso se hacía más lento y tranquilo y poco después  empezaron las paradas técnicas, esto es, beber agua y tomar un poco de aire, al cabo de un rato llegamos a un sendero que para nuestro alivio no era cuesta arriba pero poco tararíamos en darnos cuenta de nuestro error cuando bajando nos encontramos con dos caminantes expertos de la zona y nos indicaron que íbamos en una dirección equivocada, así que hicimos de nuevo otra parada para mirar el mapa y continuar por el camino correcto.

Collado Jermoso

Salvando un desnivel suficiente como para dejarnos sin aliento si apretábamos mucho la marcha llegamos a un tramo en el que la senda se  perdía al pié de una pared y como no encontramos otro comino comenzamos a trepar con mucho cuidad ya que el peso de la mochila desestabilizaba mucho y un golpe de aire podía hacernos perder el equilibrio, pero teníamos a nuestro favor lo escabroso del terreno que con una roca muy rugosa hacía que nuestras botas se agarraran perfectamente a la pared, una vez superado este paso, antes de pararnos a descansar nos aseguramos de que el camino seguía por allí y una vez encontramos los hitos que nos indicaban que íbamos por el camino correcto nos paramos a reponer fuerzas con un almuerzo “muy ligerito” a base de pan, fuet y un poco de agua para calmar la sed ya que hacía bastante calor.

Esta fue una ruta de gran belleza a pesar de que el lugar era pedregoso, con mucho neveros y con muy poca vegetación; la altitud a la  que se desarrollaba y la dureza del recorrido hacían que la dificultad fuese elevada pero como experiencia estuvo muy bien ya que al tener que prestar mucha atención al camino este se hacía mas entretenido que si hubiésemos caminado por una senda sin dificultad alguna; por todo éste tramo existen hitos que deberemos seguir para llegar al Refugio Cabaña Verónica.

Una vez allí lo primero que hicimos fue comprar bebida (dos latas de refresco de cola para cada uno) ya que se nos había terminado el agua y estábamos algo deshidratados y eso que cogimos hielo de un nevero (le pusimos una pastilla potabilizadora, claro); nos hicimos la comida, bueno, Paco calentó dos botes de albóndigas; después de haber descansado aprovechando el rato para contemplar aquellas impresionantes vistas desde la cumbre, comenzamos a descender por el otro lado del pico atravesando toda la  Vueltona, un camino que bajaba zigzagueando formado por piedras, piedras y mas piedras, en ese tiempo una odiosa nube llegó donde estábamos, ahora la visibilidad se hacia casi nula y parecía que el cielo fuese a descargar su furia, ya llevábamos un rato caminado en la niebla cuando llegamos a una pista que cortaba el camino por el que íbamos, y siguiendo aquella pista llegamos al ”Chalet Real”, que estaba en medio de un valle en el que por fin pudimos recordar como era el color verde, desde el cual podíamos mas o menos ver el final de la ruta del día, el Refugio Hotel Odriezola de Áliva.

   Collado Jermoso   

Después del agotador día que pasamos solo teníamos ganas de llegar al refugio para poder descansar pero para nuestra sorpresa, cuando llegamos ,a pesar de las paletas que indicaban que allí había un refugio resulta que aquello era un hotel lo que implicaba que pasar una noche allí no sería a precio de refugio, si no recuerdo mal una habitación de cuatro personas nos costaba 90 euros, así que preguntamos donde podíamos acampar, nos dieron unas indicaciones y nos fuimos a buscarlo, pero si el sitio que encontramos era el que nos habían dicho era imposible montar la tienda allí ya que el suelo estaba lleno de rocas que no podíamos apartar, así que buscamos un lugar por nuestra cuenta y encontramos uno muy bueno junto a la pista cerca del hotel y como la niebla era muy espesa y casi no se nos veía, allí la montamos, además supusimos que no nos iban a echar porque aparte de que no se veía nada estaba empezando a lloviznar y hacía frío. Pudimos comprobar nuestra capacidad de superar el clima y el cansancio, y la grandiosa sensación de la cumbre, esa como que el espíritu quedaba satisfecho.

Día 19 Refugio Hotel Odriezola de Áliva – Picu Urriellu
Cuando salimos de la tienda el día estaba totalmente despejado y justo  delante de nosotros estrenamos la vista con una imagen, como todas las mañanas, mientras Paco preparaba el desayuno (un vaso de leche condensada con agua, café o cacao y cinco galletas) el resto recogíamos todo.

Este prometía ser un día interesante ya que debíamos poner rumbo hacia un mítico emblema de los Picos de Europa, lugar que estábamos ansiosos por alcanzar.

De nuevo por el camino pudimos ver paisajes espectaculares, tuvimos que mas o menos trepar por una pedrera que parecían ser los restos de una antigua mina, aquel tramo fue bastante peligroso porque las piedras estaban  muy sueltas, pero logramos superarlo sin demasiado problema, nos encontramos con una gran cantidad de neveros que también tuvimos que pasar con mucho cuidado ya que no podíamos ver donde se apoyaban esas capas de  hielo y nieve sobre las que caminábamos, hacia el medio día ya habíamos llegado casi a nuestro destino pero decidimos parar a comer para reponer fuerzas porque que el día estaba resultando bastante agotador y no sabíamos exactamente cuanto nos faltaba para llegar; después del descanso continuamos por aquel pedregoso lugar con una sola cosa en la cabeza, que cuando llegáramos la niebla no se hubiese puesto todavía y eso creo que nos hacía caminar mas deprisa.

Hotel Refujio de Aliva

Por fin lo vimos ¡¡ todo un espectáculo de la naturaleza !!, aunque la  niebla se estaba poniendo logramos verlo antes de llegar, tras tener un primer contacto visual, en poco rato estábamos a sus pies, nuestras miradas no perdían en ningún momento la majestuosidad de la montaña que a medida tarde estaba tapada por una nube (como venía siendo habitual), sobre nuestras  cabezas se alzaban 500m de pared vertical, estábamos frente al Picu Urriellu comúnmente llamado Naranjo de Bulnes (tal vez sea debido al color anaranjado de la piedra caliza de la que está formado), una vez allí lo primero que hicimos fue montar la tienda porque la niebla era cada vez mas espesa, la tarde se hizo corta, la pasamos dentro del refugio con algunos juegos de mesa, enseguida cayó la oscuridad y nos quedamos descansando hasta la hora de cenar, nos sirvieron una cena deliciosa además de abundante, y de ahí ya nos fuimos a la tienda aunque aun tardamos un rato en acostarnos.

Día 20 Picu Urriellu – Bulnes – Poncebos
Después de una agradable noche con la cremallera del saco abierto el sol de la mañana nos despertó, nos levantamos sin ninguna prisa ya que en un principio íbamos a quedarnos allí todo el día y continuar al día siguiente porque nos habíamos acostado con mucho cansancio en el cuerpo, pero mientras recogíamos nos planteamos continuar la ruta ese mismo día porque estábamos bastante bien, así que finalmente decidimos continuar, pero no sin antes haber  subido al pie de aquella enorme roca, desde allí teníamos una visión de todo el valle espectacular, realmente merece la pena acercarse; y no sólo íbamos a continuar ese mismo día sino que íbamos ha hacer el camino de los dos días que nos quedaban de un tirón.

   Refugio de la Vega de Urriellu   

Comenzamos la ruta sobre las 12 del mediodía, el camino partía al lado del refugio hacia Bulnes, no era difícil ya que era prácticamente todo cuesta abajo, el único problema fue que la pendiente era bastante pronunciada y hacíamos sufrir bastante las rodillas, por otra parte al descender bastante el  paisaje empezó a hacerse mas verde y nos cruzamos con algunos grupitos de cabritas, que no parecían temernos mucho, y mas tarde nos  cruzamos con algunos grupos de caminantes, de echo creo que fue el día que mas gente vimos caminando, el día nos ofrecía otro bello recorrido, tuvimos la oportunidad de ver la típica señora, que a nuestro paso nos ofrecía queso de  Cabrales, sentada en la puerta de su solitaria masía en medio del valle, tras descender aquel valle nos sumergimos en un bosque de gran encanto que  a pesar de ser un lugar muy húmedo hacia mucho calor, finalmente llegamos a Bulnes, un pequeño pueblo de montaña, habitado únicamente por dos familias, pero con mucho turismo, donde nos quedamos a comer.

Dejamos el pueblo para dirigirnos ya hacia Poncebos, lugar de inicio de la ruta, tras caminar durante una hora y poco, mas o menos, por un camino que  iba cuesta abajo la mayor parte del trayecto cuyas piedras debido al paso de la gente estaban muy pulidas y resbalaban bastante por lo que a pesar de ser un camino fácil teníamos que caminar con cuidado para no caer.

Este ya era nuestro día de regreso y muy a nuestro pesar tocaba la vuelta a casa, pero antes nos tomamos tres días de turismo por San Vicente de la Barquera, Comillas, Santander ....

Personalmente podría decir que esta travesía nos deja como gran enseñanza que todo es posible si no nos asustan los obstáculos, si aportamos una dosis de sacrificio y si sobre todas las cosas creemos en nuestras fuerzas y en las de las personas que nos rodean. Sobre el paisaje simplemente diré que es maravilloso, imponente, la travesía vale la pena hacerla y repetirla para ir saboreando poco a poco todo lo que nos ofrece la naturaleza, cada recuerdo es emocionante, las ansias de cumplir con el objetivo nos hizo notar que el propósito era viable, contra el tiempo, contra el sol, contra todos los contratiempos a los que nos enfrentamos, supimos seguir adelante sin perder nuestro norte.

Solamente me queda por decirles gracias, muchas gracias a todas esas personas que nos han ayudado a seguir nuestro camino; con todo pudimos comprobar cuán solidarios podemos ser ante la adversidad en un mundo donde cada vez parecemos mas individualistas.

Naranjo de Bulnes

Y recuerda siempre que el caminar por la montaña te enseña a comprenderla, a respetarla y a ver cuan pequeños y frágiles somos los humanos, por ello, caminante, te ruego que la cuides y no alteres nada para que como tu y como yo las generaciones siguientes sientan la misma sensación de libertad, regalo insuperable de la naturaleza.

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