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    IBONES DE CORONAS

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PARQUE NACIONAL POSETS-MALADETA  (BENASQUE)

Ascensión a los Ibones de Coronas y al Collado de Cregüeña.
Agosto 11 horas de la mañana, Plan de Senarta 1.370 metros, un potente grupo de escaladores, formado por mi mujer y yo, (entre los dos tenemos casi 100 años) !vaya dos!, van a intentar cruzar el Valle de Vallibierna, subir a los Lagos de Coronas, y por el Collado de Cregüeña y su Lago, bajar al Plan de Campamento; desde donde siguiendo el curso del río Ésera, volveremos al Plan de Senarta, início de nuestra travesía. (Casi ná).

Collado de Cregüeña.

En verano, un autobús municipal te sube hasta el Refugio de Coronas (1.970 m.), salvando una distancia de 8,5 km., pero como nuestra propuesta es hacer todo el camino a pie, desechamos el subir y con nuestras pesadas mochilas a cuestas, y lágrimas en los ojos al ver partir el autobús, comenzamos nuestro viaje.

Salimos del Plan de Senarta por la derecha y a unos 5 minutos, por nuestra izquierda, vemos la barrera que bloquea la entrada a los vehículos particulares, y comenzamos a subir por una magnifica umbría de abetos, ascendiendo poco a poco bajo la escarpada cresta de la Canal Seca, (atención a la caída de piedras).

La senda es amplia y nos permite contemplar mientras andamos el magnifico paisaje que hay a nuestro alrededor, (esta senda en el Gr-11, que seguiremos hasta el Refugio de Coronas).

Cada cierto trecho nos saludan las aguas de las canales que caen desde la Cresta de la Canal Seca y la Cresta D´Estatás por nuestra izquierda, y por la derecha vemos las cascadas que forman las aguas del río Vallibierna que bajan impetuosamente hasta encontrarse con el Ésera  conformando entre los dos y la ayuda de otros riachuelos y torrentes el Embalse de Paso Nuevo. 

Pico Aragüells.

Sin apenas darnos cuenta y sin sudar siquiera (jé, jé) llegamos a la Cabaña-Refugio de Quillón (1.785 m.), dejamos nuestras mochilas y sentados a la puerta vemos a nuestra derecha el Pico del Obago de Vallibierna, el Pico d´es Pacs y el Pico Royero, este situado junto al collado D´Ardoners, a nuestra izquierda el Pico d´Estatás y los Picos Quillón, y al fondo del valle frente a nosotros la Serra Negra y las Tucas de Vallibierna.

Después de este descanso continuamos por una senda magnifica hacia el Refugio de Coronas (1.970 m.). Llegamos al refugio sobre las 13,30 horas, y nos detenemos junto al río para descansar y lavarnos un poco. Después de este buen descanso, nos apretamos las botas y nos ponemos de nuevo nuestros mochilones.

Desde aquí parte un camino ancho que seguiremos, hasta encontrar un cartel de madera (a nuestra izquierda) que pone “Coronas–Aneto”, y que sube entre el bosque con dirección Norte. La naturaleza toma aquí su máximo esplendor, los arroyos, los rododendros en plena floración, la hierba verde oscura de las alturas y los grandes abetos, forman un marco incomparable que te hace subir sin pensar siquiera en tu cansancio.

Atravesando una zona de grandes bloques, y siguiendo un sendero por una canchalera que sube en forma de escalera interminable pegada a la pared de la montaña,  llegaremos por la orilla izquierda del Torrente de Coronas, al Ibonet de Coronas (2.230 m.).

Son ya las 15 horas y aprovechamos para descansar y comer junto al lago. El sol está pegando de lo lindo y como no tenemos sombra, decidimos seguir con nuestra ascensión. Trago de agua, apretamos las mochilas, cogemos los bastones y ¡Hala! (parríba).

Siguiendo los hitos, que nos indican el camino a seguir, es un decir, pues cada uno parece que haya querido hacer su senda, es una cosa que no nos gusta nada pues no es necesario que cada uno pise por donde quiera y se maltrate así a la montaña, intentemos pisar siempre la senda más marcada y no hagamos ni atajos, ni nuevas sendas. (Vaya mosqueo).

Llegamos con gran esfuerzo al segundo Lago de Coronas (2.630 m.) son un poco más de las 17 horas y decidimos, (aprovechando una especie de corralito hecho con piedras), plantar la tienda allí mismo, ya que estamos reventados y no queremos seguir más.

Glaciar de Coronas y Aneto.

En esta primera jornada hemos subido casi 1.300 m. y eso, en unos vejetes como nosotros, se nota.

Después de plantar la tienda, lavarnos y  cenar algo de caliente, nos quedamos extasiados ante lo que vemos a nuestro alrededor; a nuestros pies todo el Valle de Coronas, con la Sierra Negra al fondo, a nuestro lado el frío  lago rodeado por miles de  piedras descompuestas, y junto a la Aguja Argarot (3.031 m.), la artística y súper difícil Brecha de Llosás, que nos llevaría a su mismo lago.

Dejándonos llevar, por el cansancio, por las miles de estrellas que empiezan a asomarse en el cielo y por el frío que se está metiendo en nuestros huesos, nos colamos dentro de nuestros sacos y (Jó-quefríoquehace.com), hasta mañana.

Son las 6 h. de la mañana, abrimos la tienda y nos reciben los primeros rayos de sol, el zorro cudeiro, que nos ha dado la tabarra toda la noche y nuestras amigas las primeras agujetas.

Después de desayunar y levantar la tienda nos dirigimos con ánimos renovados hacia el tercer Lago de Coronas, que alcanzamos por un terreno mucho más cómodo, más o menos en 1 h. (2.725 m.) y girando al Este en 15 minutos estamos en el ibon superior (2.750 m.) que está dormido bajo las Agujas de Tchihatcheff (3.042 m.) y Franqueville (3.057 m.).

Visión increíble a nuestro alrededor. Por un lado la pirámide del Aragüells (3.030 m.) y la Aguja Juncadella (3.019 m.) y entre ellos el Collado de Cregüeña (2.930 m.) por donde tenemos que cruzar más tarde. Frente a nosotros al pico de Coronas (3.294 m.), el Collado de Coronas (3.196 m.) y el papá Aneto (3.404 m.), y a la derecha el glaciar de Coronas, radiante bajo los rayos del sol.

Después de hacer fotos a “Tutti Plen”, nos dirigimos hacia el Noroeste, al Collado de Cregüeña, que alcanzamos por una terrible canchalera, ya que la especie de senda que sube hacia el collado es muy resbaladiza y nosotros elegimos tomar la directa.

Lago superior de Coronas.

Llegamos al collado, destrozados y deshidratados, nos hemos confiado y no hemos cogido suficiente agua y el sol pega con mala leche. Pensábamos subir el Aragüells, pero otra vez será, mi mujer tiene problemas con las rodillas y es mejor guardar fuerzas. Y yo aunque físicamente estoy muerto y mentalmente también, tampoco tengo ganas de subirlo.

Desde el collado divisamos el Lago de Cregüeña (2.657 m.), profundo, negro, bello y uno de los más grandes del Pirineo. (Así que, a por él).

Comenzamos a bajar con sumo cuidado, pues lo que parece al principio una senda, no es más que un tobogán formado por cientos de piedrecillas, que parece que te quieran bajar más rápido, que lo que tú quieres. Respirando hondo, continuamos nuestro patético descenso, un poquito acongojados. Debido al peso que llevamos, seguimos bajando más rápido de lo que nos gustaría, hasta que un cortado nos cierra el paso.

Vaya momento, estamos muy cansados, llevamos mucho peso, y no se si podría montar un rapel seguro, pues aunque llevamos cuerdas no llevo ningún clavo (la memoria, a estas edades, ya se sabe) y la pared donde estamos aferrados es muy quebradiza. (Me quiero suicidar).

Se ve que un desprendimiento durante el invierno se ha llevado la senda al lago, y allí estamos sin poder continuar y casi sin poder darnos la vuelta sobre nuestros pasos.

El cortado tiene siete ú ocho metros de profundidad, y la repisa donde nos encontramos es muy estrecha y aérea. Nos miramos sin hablar y decidimos volver como podamos al collado, mi mujer está más entera que yo. Lentamente y sudando sangre nos arrastramos hacia arriba y llegamos de nuevo al collado, dando gracias a las rocas por habernos dejado subir.

Lago de Cregüeña.

Me imagino que habrá alguna manera de bajar, pero después de lo que hemos pasado decidimos volver por donde hemos venido.

En fin otra vez será, seguro. En la montaña, como siempre, lo importante no es llegar, lo importante, es volver. Volveremos a intentarlo.

Ya en el collado, decidimos comer algo, y después de quitarnos el susto del cuerpo empezamos a bajar hacia los lagos, en busca del agua que tanta falta nos hace.

Algo más relajados vamos descendiendo lentamente hacia el Refugio de Coronas, cruzándonos con las nuevas oleadas de montañeros, la mayoría extranjeros, que intentaran en los días venideros subir, seguramente al Aneto, por lo cargados que van.

Disfrutando del maravilloso paisaje que nos ofrecen las montañas de Benasque. Y casi sin darnos cuenta, por lo muertos que estamos, llegamos al atardecer al Plan de Senarta, punto final de nuestra excursión. Nos quitamos las mochilas (les damos varias patadas) y nos tumbamos sobre la hierba, recordando uno a uno, todos los pasajes de nuestra aventura, y esperando poder vivír, si, vivír, otra como ésta.

Collado de Cregüeña.

P.D.
Para ser unos vejetes, (no nos portamos mal del todo) hicimos sobre 30 km. (no se calcularlo exactamente) y nos chupamos un desnivel acumulado de unos 3.000 m. entre subidas y bajadas, las pasamos canutas, pero aún así nuestro amor por la montaña sigue más vivo si cabe.

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